Lo mismo sucede con las valoraciones de obras y decisiones polémicas como la cancelación del aeropuerto de Texcoco, el Tren Maya, la refinería Dos Bocas o la eliminación de apoyos a las estancias infantiles
La semana pasada escribía que, por encima de posiciones ideológicas, el acuerdo con el presidente Andrés Manuel López Obrador es el tamiz por el que la mayoría de los ciudadanos evalúa al gobierno, sus decisiones y las políticas que impulsa.
Este es el principal cristal con el que se ve la realidad y se hacen valoraciones políticas. Según la más reciente encuesta telefónica de Consulta, dicho factor tiene una relevancia mucho mayor que la ideología, las identidades partidistas, las características demográficas e incluso las experiencias personales.
Así, en un tema tan importante como el apoyo del gobierno a las mujeres, un análisis estadístico que considera múltiples variables arroja que no es la edad ni el nivel de escolaridad, ni siquiera el género de los encuestados lo que define las valoraciones.
Este estudio muestra que ellas solo están determinadas por la aprobación o desaprobación al Presidente. No importa siquiera haber sido víctima de algún delito o haber padecido covid-19. Ni la seguridad ni la salud pesan.
Y así con todo lo demás. En las estimaciones sobre la situación general del país y el papel gubernamental en áreas tan diversas como creación de empleos, educación, atención a la salud, seguridad pública, apoyo a jóvenes y combate a la corrupción y a la pobreza, lo más relevante siempre es la aprobación presidencial.
Lo mismo sucede con las valoraciones de obras y decisiones polémicas como la cancelación del aeropuerto de Texcoco, el Tren Maya, la refinería Dos Bocas o la eliminación de apoyos a las estancias infantiles.
No es un dato menor que la aprobación presidencial vuelva insignificantes a las demás características o experiencias de los entrevistados. El acuerdo con el Presidente es el referente central a partir del cual se hacen las evaluaciones políticas y del país.
Esta es la variable política que separa más claramente los posicionamientos de los ciudadanos en prácticamente todos los ámbitos de la vida pública. Mientras el Presidente mantenga esos niveles de aprobación y continúe despertando pasiones, quienes lo aprueban verán el mundo como él pide verlo. Y los que no, lo verán justo al revés, sin que sus mundos se encuentren.
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