La economía de Estados Unidos crece bien, por arriba de las expectativas, la creación de empleos se mantiene robusta y con tasas de desocupación cercanas al pleno empleo. El presidente Donald Trump esta semana se propone plantear un plan fiscal que promete calentar la economía con una liberación muy importante de recursos que no se … Continued
La economía de Estados Unidos crece bien, por arriba de las expectativas, la creación de empleos se mantiene robusta y con tasas de desocupación cercanas al pleno empleo. El presidente Donald Trump esta semana se propone plantear un plan fiscal que promete calentar la economía con una liberación muy importante de recursos que no se habrán de tributar y la expectativa es que la Reserva Federal suba su tasa de interés durante su reunión de esta misma semana.
Eso es tan sólo una parte de una lista más larga de temas económicos que hoy mantienen al dólar revaluado frente a las divisas del mundo. Hay aspectos como la tensión geopolítica, con las amenazas nucleares de Corea del Norte a la cabeza, que hacen, paradójicamente, del dólar de Estados Unidos un instrumento de resguardo.
Y en lo local tenemos la presión de una renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte con Canadá y con el país con el que comerciamos 80% de nuestras exportaciones. Y lo hacemos con la certeza de que el actual gobierno estadounidense busca abusar con las ventajas en el acuerdo o terminar con él.
En lo interno tenemos un proceso electoral en marcha que deja ver sus primeros síntomas de la guerra que viene en el Senado con el lío armado en torno a la destitución del fiscal electoral, Santiago Nieto.
Este coctel de hechos internos y externos nos permite recargar en algo la explicación de por qué la moneda mexicana está de vuelta en las cotizaciones cercanas a los 20 pesos por dólar.
Hay muchas más razones para apostar en contra del peso mexicano que a su favor.
El mercado llevó en el verano la cotización a los 17.50 cuando realmente no había un sustento para pensar en una recuperación lógica, no especulativa, que se pudiera mantener.
Fueron las fuerzas animales del mercado, con la vista gorda de la autoridad, las que lograron ganancias vendiendo dólares y comprando pesos. Todo en preparación para hacer después exactamente lo contrario.
El mercado se está encargando de hacer de la moneda un objeto de especulación capaz de subir fuerte y de bajar igual y en cada lance deja ganancias a quien se monta y se desmonta a tiempo de la moneda mexicana.
No le toca a las autoridades cambiarias, Hacienda y Banxico, defender una paridad específica. Ése es un error que ya pagó la economía mexicana a mediados de los años 90 del siglo pasado.
Pero sí toca a la autoridad monetaria y fiscal cuidar que se juegue con el peso, porque deben tener claro hoy que la política electoral es prioridad, que quien juega con el peso, juega también con el sentimiento de los mexicanos.
Algunos de los fantasmas que no nos hemos podido sacudir en este país pasan por la creencia de que las gasolinas deben ser baratas y que el dólar es parte de la mexicanidad y que defender su fortaleza es similar a expulsar al extraño enemigo.
Está claro que los responsables del tipo de cambio están dispuestos a intervenir, ahí están las subastas recién robustecidas del Banco de México. Por lo que quizá debieron calibrar mejor estas intervenciones para eliminar los incentivos especulativos que este año ha tenido el peso.
Los mercados están jugando y ganando con el peso, y de paso con nuestros sentimientos patrios, mientras que la autoridad cambiaria no se anima a usar todas las herramientas que tiene a su alcance para defender no una paridad, pero sí una ausente estabilidad.