Desafiante, amenazante y agresivo, Trump, con solo 8 meses en el cargo, impone auténticos caprichos de dictador, como su autodesignación del legendario Centro Kennedy para las Artes, que -ha sugerido- podría bautizar como “Centro Melania Trump,” o la construcción de un salón de baile, junto a la oficina Oval, réplica del que tiene en Maralago, a un costo de 200 millones de dólares
Lo dijo de broma, pero era en serio.
El presidente Donald Trump se ha convertido en dictador, no por un día, como socarronamente anticipó, sino por tiempo ilimitado, tanto de su segundo término, como al final de él, a menos que no le alcance la vida.
Y con el mayor poder que un presidente estadounidense haya ostentado en 148 años, y sin ningún control ni contrapeso, ordenó a la procuradora, Pam Bondi, una “nueva investigación” sobre la injerencia Rusa en la Elección de 2016, con base a la información difundida recientemente por Tulsi Gabbard, directora nacional de Inteligencia.
El centro de la investigación son todos los exfuncionarios de seguridad nacional del expresidente Barack Obama y algunos de Joe Biden, con el propósito de desvirtuar, desestimar y borrar 4 reportes, tras extensas investigaciones del Congreso y Agencias de Inteligencia, durante 3 años, para “reivindicar su nombre,” rechazando las maniobras rusas plenamente comprobadas, lo que también podría hacer con los dos casos que resultaron en su convicción, para cambiar el resultado, se retiren o anulen los cargos.
Mientras los republicanos tratan de ganar redistribuyendo arbitrariamente distritos electorales para mantener su mayoría en el Congreso, en las elecciones del año próximo, Trump expande el terror, con brutales y crueles redadas de indocumentados; volatilidad en el mercado de valores, que borra fondos de ahorros de pensionados, vende perdones presidenciales a convictos sentenciados hasta por 20 años, demanda a bufetes de abogados, periódicos y cadenas de televisión críticos, con la “opción” de “arreglos financieros” de millones más; lucra con su moneda de Bitcoin, o vende biblias, perfumes, camisetas, botas o banderas y parafernalia con su nombre.
Inyecta incertidumbre mundial, presiona a otros países en busca de facilidades para construir de 16 a 24 hoteles y campos de golf más; acepta dádivas, como el lujoso avión que recibió de Qatar, a pesar de sugerencias de que lo rechazara, en tanto aumenta su obsesión por el Premio Nobel de la Paz, sin considerar su apoyo a Israel, con quien habló de construir una “Riviera de Gaza,” alimentando el intento de exterminio de niños y mujeres Palestinos, despojarlos de su territorio o exterminarlos, de múltiples formas.
Tras despejar algunos desafíos, Trump enfrenta un nuevo laberinto de problemas, por el constante y cada vez mayor flujo de videos, fotografías y documentos del controversial escándalo de Jeff Epstein y la determinación de Gishlaine Maxwell, novia de Epstein, por recuperar su libertad con un perdón presidencial, quizás a cambio de colaboración para desprestigiar a Bill Clinton y otras personalidades o entregando material que pueda afectar al Presidente, cuyo nombre fue borrado de los archivos en poder del Departamento de Justicia, por mil agentes del FBI, que -según reportes- habrían sido comisionados.
Cada día se difunde más información nueva del caso de Epstein, en redes sociales, en tanto Mark Epstein, hermano de Jeff y familiares de las víctimas, piden no usar este caso como arma política.
A través de su cuenta de Instagram, el exitoso escritor Michael Wolff, autor de una docena de best seller acerca del presidente, asegura que Epstein le habría revelado que Trump conoció a Melania, en el avión de Epstein, donde iniciaron la relación, que concluyó en matrimonio.
Y que sus fuentes, le indicaron que Trump dijo recientemente a una de sus fuentes, que la gente piensa él mató a Epstein, aclarando que él no fue.
Cuestionado quien querría matarlo, contestó: ‘Mucha gente lo quería muerto.’
Wolff cita que, en una ocasión, Epstein sacó de su caja de seguridad fotos polaroid de Trump, rodeado de niñas topless, en la alberca de la casa de Epstein, en Palm Beach y que él le urgió a difundirlas.
Epstein le contestó: “quizás soy perverso, pero no estoy loco; Trump es un hombre sin escrúpulos,” poniendo en duda la versión oficial sobre la muerte de Epstein.
Desafiante, amenazante y agresivo, Trump, con solo 8 meses en el cargo, impone auténticos caprichos de dictador, como su auto-designación del legendario Centro Kennedy para las Artes, que -ha sugerido- podría bautizar como “Centro Melania Trump,” o la construcción de un salón de baile, junto a la oficina Oval, réplica del que tiene en Maralago, a un costo de 200 millones de dólares.
Mientras el presidente distrae con todos los trucos a su alcance, su equipo desmantela lentamente la democracia, despoja de protecciones a la clase trabajadora, aumenta precios con sus tarifas, genera desempleo, elimina dependencias, borra protecciones y regulaciones ambientales, desaparece FEMA, NOAA y otros servicios de apoyo, para pronóstico de tormentas y ayuda en caso de inundaciones y más.

Los primeros resultados de esas medidas, fueron evidentes tras las inundaciones en el condado de Kerr, Texas, donde -en lugar de enviar a la guardia nacional, en lugar de comisionarla para detener indocumentados-grupos de rescatistas salvaron docenas de vidas … y, apenas comienza la temporada de huracanes.
Este gobierno despide a decenas de miles de burócratas de carrera profesionales, que sirvieron bajo presidentes Republicanos y Demócratas, que sustituye con novatos inexpertos, reclutados por la “Academia de Administración Presidencial,” adoctrinados “para terminar el avance del marxismo cultural y uso de instituciones gubernamentales, contra los ciudadanos y restaurar la república,” de acuerdo con el Proyecto 2025, su agenda.
Remueve inclusive a funcionarios que él mismo nombró, como el general Tim Haugh, exdirector de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) y del Comando de Seguridad Cibernética del Pentágono y su subdirectora, la especialista Wendy Noble, a sugerencia de Laura Loomer, influencer de ultraderecha, quien calificó a Noble como “Trump Hater” y los consideró “desleales a Trump y con potencial de sabotear la agenda presidencial, “en un movimiento que dejó helados a republicanos y demócratas del Comité de Servicios Militares del Congreso.
Para el senador Demócrata Mark Warner, copresidente del Comité de Inteligencia del Senado, “es increíble la remoción de un gran líder no partidista, defensor de la seguridad nacional.”
El Congresista Jim Himes, del Comité de inteligencia de la Cámara Baja dijo conocer al Gen. Haugh como “un líder honesto y franco, quien siempre actuó de acuerdo con la ley y anteponiendo la seguridad nacional a todo.
Agregó que “quizás esas cualidades fueron la causa de sus despidos.”
Los Comités anunciaron que exigirán una explicación con las razones de su remoción, que no se dieron en casos del general afroamericano, CQ Brown, exJefe del Estado Mayor Conjunto, la remoción del Dr. Vinay Prasad, jefe de Vacunas de la Administración de Drogas y Alimentos, FDA, a Jen Easterly, de la Dirección de la Academia Militar de West Point o de Mike Waltz, quien fue Asesor Nacional de Seguridad de la Casa Blanca y muchos otros funcionarios.
La pregunta es ahora… ¿cuanto más hará los próximos 3 años …?