Entre las medidas que aplicaba aquel México de posguerra para inflar su economía estaba el control cambiario. El desarrollo estabilizador aplicaba una política cambiaria con una paridad fija que defendía con deuda. Fueron los míticos años de los 12.50 pesos por dólar (0.0125 pesos de hoy), que no pudieron sostenerse porque simplemente la economía mexicana … Continued
Entre las medidas que aplicaba aquel México de posguerra para inflar su economía estaba el control cambiario. El desarrollo estabilizador aplicaba una política cambiaria con una paridad fija que defendía con deuda.
Fueron los míticos años de los 12.50 pesos por dólar (0.0125 pesos de hoy), que no pudieron sostenerse porque simplemente la economía mexicana no da para una dolarización o para aferrarse a una paridad como un perro.
Pero China sí puede fijar las condiciones de su moneda, porque esa nación por sí sola controla el mundo comercial y financiero del planeta.
El contrapeso estadounidense, que ha denunciado al gobierno de Beijing de pretender sacar ventaja cambiaria a sus exportaciones, hoy juega a los aranceles para hacer a Estados Unidos grande otra vez.
Hay poca cara para reclamar desde Washington un intento chino y hasta ruso de pretender hacer competitivas sus exportaciones a través de devaluar sus respectivas monedas.
China siempre ha tenido la mira puesta en sus operaciones cambiarias y no en pocas ocasiones se le ha acusado de usar la tasa de cambio del renminbi (yuan) para ganar en su terreno natural que es el comercial.
Por eso es que ahora China enfrenta el proteccionismo estadounidense de Donald Trump. una medida que estudian desde Beijing es compensar con su moneda. Este país que se rige desde un poder central puede devaluar a su antojo y hacer que las exportaciones sean más baratas.
Dentro del país no habría protestas por la devaluación, porque eso de reclamar no se les permite a los chinos. Y hacia el exterior no hay sanciones posibles hacia los chinos que no tengan un efecto boomerang.
Ya lo vio tan cerca el presidente de Estados Unidos, que tomó su arma de destrucción masiva favorita, Twitter, y publicó que China y Rusia están jugando al juego de la devaluación de sus monedas al tiempo que Estados Unidos sigue subiendo sus tasas de interés. No es aceptable.
Y tiene razón, en los años pasados en los que la Reserva Federal de Estados Unidos mantuvo sus tasas en cero y encendió a todo vapor la fábrica de los dólares, fue ese país el que mantuvo artificialmente bajo el dólar.
Hoy que suben las tasas y se retiran los planes de estímulo monetario, el dólar se aprecia por la cantidad de capitales que desean un lugar en el nido de la moneda más segura del mundo.
Así que la respuesta de China a la guerra comercial que pretende Trump es una probadita de una guerra peor: la de las divisas.
¿Tiene ganas Donald Trump de aplicar aranceles a los productos chinos? Bien, pues éstos pagarán esos impuestos de importación, pero llegarán a Estados Unidos a precio de risa con una paridad controlada para sacar ventajas comerciales.
En una guerra de divisas la peor parte la lleva Estados Unidos. Y realmente no hay ninguna otra manera en que desde Washington se pueda poner una medida efectiva para controlar ese enorme poder de los chinos.