Cuando se pierde la confianza entre las personas vienen los rompimientos, los alejamientos. Pero cuando se desgasta esa credibilidad en el mundo de los negocios, hay que pagar más por conservar la relación
Cuando se pierde la confianza entre las personas vienen los rompimientos, los alejamientos. Pero cuando se desgasta esa credibilidad en el mundo de los negocios, hay que pagar más por conservar la relación.
Entre socios o en los mercados, la falta de confianza se compensa con dinero. Con un premio mayor por mantener el interés financiero en una persona, una empresa o un país.
Así, la persona que pierde su buena calificación crediticia ante las instituciones financieras formales, siempre tendrá la posibilidad de recurrir a canales menos regulados o informales para obtener recursos en préstamo, sólo que éstos vendrán acompañados de una alta tasa de interés o de garantías muy elevadas para cubrir su pago.
Las empresas y los países funcionan igual. Cuando un país tiene buena reputación como destino financiero se puede dar el lujo de cobrar cuando le prestan dinero. Como Suiza, que mantiene una tasa para los depósitos bancarios a la vista de -0.75 por ciento. Esto es, hay que pagarle al país helvético porque acepte el dinero prestado.
Argentina, por ejemplo, tiene que pagar una tasa de 37% a los inversionistas que se atrevan a poner su dinero en ese mercado con tantos problemas económicos, políticos y sociales.
A mayor riesgo, mayor rendimiento. Y destinos considerados como seguros, pagan cero por ciento de rendimiento, como los Bonos del Tesoro de Estados Unidos. O bien hay que pagar para guardar los recursos, como en Suiza.
México empieza a perder la confianza de no pocos inversionistas, esto se nota en la drástica disminución de la tenencia de papeles de deuda por parte de extranjeros. Las tasas de interés han bajado, para incentivar la economía y los capitales prefieren estar por ahora en los destinos de refugio ideales para estos tiempos de incertidumbre.
La deuda mexicana mantiene el grado de inversión, ese reconocimiento de buen pagador que le permite acercar sus tasas de interés al nivel inflacionario sin tener presiones de otorgar premios adicionales.
Pero el caso de Petróleos Mexicanos es diferente. Esa empresa hoy perdió la confianza de los inversionistas y sólo están dispuestos a invertir sus recursos si el premio es más alto.
La reciente colocación de bonos de la petrolera mexicana, a una tasa de 6.95%, en dólares, en un bono a cinco años, habla del tamaño del premio adicional que tiene que pagar Pemex para atraer capitales.
Y es que Petróleos Mexicanos es la empresa que dejó con problemas financieros la administración anterior. Es la compañía petrolera más endeudada del mundo que este gobierno decidió rematar con las peores decisiones posibles.
Es la empresa que no invierte en su negocio esencial, es la compañía que lejos de poner en manos de expertos se la sueltan a un agrónomo que tiene como principal virtud la obediencia ciega al presidente.
Es Pemex la que derrocha sus pocos recursos en una refinería inútil y que desprecia las inversiones privadas. Es esa empresa la que perdió el grado de inversión hace unos meses y que ahora tiene que pagar unos 300 millones de dólares más por esos bonos que ahora colocó a una tasa muy alta.
Eso es lo que cuesta perder la confianza.
México tiene que pagar un premio alto
México empieza a perder la confianza de no pocos inversionistas, esto se nota en la drástica disminución de la tenencia de papeles de deuda por parte de extranjeros. Las tasas de interés han bajado, para incentivar la economía y los capitales prefieren estar por ahora en los destinos de refugio ideales para estos tiempos de incertidumbre.
La reciente colocación de bonos de la petrolera mexicana, a una tasa de 6.95%, en dólares, en un bono a cinco años, habla del tamaño del premio adicional que tiene que pagar Pemex para atraer capitales.
Petróleos Mexicanos es la empresa que dejó con problemas financieros la administración anterior. Es la compañía petrolera más endeudada del mundo que este gobierno decidió rematar con las peores decisiones posibles.
300 millones de dólares de más tiene que pagar Pemex por bonos que colocó a una tasa muy alta.