Según mis cálculos, una persona se tarda en leer el escrito que usted tiene enfrente aproximadamente 6 minutos. La cifra es irrelevante como tal, pero se vuelve estadística si le digo que durante el tiempo que usted invertirá en leer esta columna existirán en el planeta 882 nuevos seres humanos. Según la División de Población … Continued
Según mis cálculos, una persona se tarda en leer el escrito que usted tiene enfrente aproximadamente 6 minutos. La cifra es irrelevante como tal, pero se vuelve estadística si le digo que durante el tiempo que usted invertirá en leer esta columna existirán en el planeta 882 nuevos seres humanos.
Según la División de Población de las Naciones Unidas, cada 24 horas nacen en el planeta Tierra 364,335 personas y, en contra partida, mueren en el mismo lapso 151,729. Basta una simple resta para deducir que diariamente la población mundial se incrementa con 212,606 seres vivos. (Obviamente que las cifras son un promedio. Es imposible que sean exactas cada día. Habrá días de más nacimientos que coincidan con que nueve meses antes hubo luna llena o una oferta en los moteles de Tlalpan. En cuanto a la muerte, nuestro país, el de mayor número de asesinatos en Latinoamérica, tendrá días en que contribuya con más muertos al cómputo general según el humor de los capos de los cárteles y/o a los operativos que el Ejército o la Marina realicen, por poner un ejemplo).
Pero continúo con los números: 212,606 nuevos residentes del globo terráqueo por día dan un promedio —en números redondos— de 8,858 cada hora. Basta dividir esta cantidad entre 60 para saber que cada minuto tenemos en el mundo 147 nuevas bocas que alimentar. De la multiplicación de 147 por los 6 minutos, aproximados, que una persona tarda en leer este escrito, concluiremos que al acabar la lectura la Tierra tendrá 882 habitantes más. (Si usted cree que leyendo con rapidez tendremos menos habitantes le aclaro que no vale la pena el esfuerzo, la cifra es ineludible).
Un dato adicional para lectores a los que les sobre el tiempo después de leer la columna: existe una página en Internet, countrymeters.info/es/World, que es un Reloj de la Población Mundial, que indica en tiempo real el incremento y el decremento de la población mundial. En este momento, las 16 horas con 12 minutos, tiempo del centro de México, existen en nuestro planeta 7,538,797,415 seres humanos con necesidades de alimentación, atención médica, educación y recreación, entre otras cosas. Un detalle: según la página precitada, la población masculina actual es de 50.4% mientras que la femenina es de 49.6 por ciento. A esta razón atribuyo el que en las fiestas siempre haya uno o dos hombres que no tienen con quién bailar. Una idea: ¿Qué tal imponer en el mundo los usos y costumbres del ahorro mexicano? La tanda. Que cada morador del planeta aporte un simple y devaluado peso semanariamente que yo, por haber tenido la idea, sería el primero en recibir. Para empezar iría a Montecarlo a jugar unos cuantos euros y a comprobar si el hijo de Romero Deschamps es el dueño del Ferrari 458 Spider dorado o nada más lo renta.
Pero ya basta de mamonerías —me digo a mí mismo— mejor cuéntales a los lectores lo que te motivó a la retahíla numérica que les recetaste.
El tema surgió a raíz de la lectura del libro La Democracia en 30 lecciones escrito, en el año 2008, por el sociólogo y politólogo Giovanni Sartori, quien murió el pasado 4 de abril. Al leer los capítulos 26 y 27, titulados “Democracia y desarrollo” y “Los límites del mercado”, respectivamente, la lectura me hizo reflexionar sobre el futuro de la humanidad. Transcribiré unos párrafos que subrayé de lo escrito por el también periodista italiano: “En la segunda posguerra mundial ha triunfado la teoría economicista que sostiene que para transformar los regímenes autocráticos en democracias hace falta un crecimiento de bienestar, y que el bienestar trae consigo automáticamente la democracia”.
(…) “Democracia y desarrollo significan que ‘recientemente’, con la globalización, se ha creado el ‘desarrollismo’, una dinámica, un torbellino que nadie (ni siquiera los estados) consigue disciplinar y frenar, un desarrollo a toda costa, lo antes posible, a la mayor velocidad posible”.
(…) “Lo malo es que el nuestro es un planeta pequeñito desesperadamente superpoblado, donde el crecimiento no puede ser ilimitado, y que desde hace unas décadas ha entrado en la espiral de un ‘desarrollo no sostenible’, por consumir más recursos de los que produce y porque sigue extrayendo recursos en vías de agotarse”.
(…) “El meollo del asunto es que los economistas se han encerrado en el recinto del mercado, y que no advierten que el crecimiento y la prosperidad económica son ya crecimientos en déficit, que se pagan, en proporciones siempre crecientes, con un colapso económico a escala interplanetaria”.
(….) “Mientras tanto un crecimiento demográfico descontrolado nos está llevando inexorablemente a un desastre climático y a un colapso hídrico”. (…) “La paradoja es que el sistema económico de mercado ha promovido, durante aproximadamente doscientos años, la democracia liberal, mientras que ahora la amenaza con una aceleración descontrolada cuya implosión puede llegar a arrasar la democracia que había creado. Un cataclismo climático y ambiental puede llevarse por delante, junto con todo lo demás, incluso la ciudad libre. Porque el desarrollo no sostenible es también un desarrollo inaceptable que impone un retorno a aquel pasado de carestías y pobreza que habíamos dejado atrás”.
Son las 18 horas con 17 minutos, hora del centro de México, según el Reloj de la Población Mundial marca que en este momento poblamos la Tierra 7,538,818,568 y contando.
