Cuando sus elefantes blancos de infraestructura estén terminados y no funcionen, se revivirán las teorías del complot
Es un hecho, en medio de esta pandemia del coronavirus SARS-CoV-2 y la consecuente recesión mundial, México habrá de enfrentar una crisis más profunda y más prolongada por la falta de entendimiento y de una reacción contundente por parte del gobierno federal para enfrentar esas consecuencias económicas.
Y cuando todo se complique y la crisis sea inevitable, será entonces cuando tratarán de encontrar a los responsables de tal situación. La 4T usará toda la infraestructura de comunicación de la que goza para repartir culpas entre todos los demás.
¿Entre quiénes? Entre los de siempre, por supuesto. Recurrirá a los villanos construidos en esa retórica que le permitió llegar al poder. Ahí estarán las referencias a las fuerzas oscuras, corruptas de los conservadores, que habrían hecho todo lo posible para afectar la Cuarta Transformación de la vida pública del país.
Serán los empresarios, con su poca solidaridad, los que habrán provocado una enorme ola de despidos y un aumento en la pobreza. Será culpa de los opositores, los fifís y los analistas de mala fe que impidieron que sus medidas contra la crisis funcionaran.
Porque el presidente López Obrador estará seguro a la vuelta de algunos trimestres que sí se hubieran podido alcanzar 2 millones de nuevos empleos en nueve meses si tan sólo los hombres del capital se hubieran sumando a sus planes de recuperación.
Cuando sus elefantes blancos de infraestructura estén terminados y no funcionen, se revivirán las teorías del complot.
La recesión está en curso en estos mismos momentos en que vamos hacia la peor parte de la emergencia sanitaria y no sabemos cuándo terminará la contingencia por el Covid-19, y mucho menos cuándo la economía podrá empezar un rebote, desde un fondo que bien podría alcanzar los dos dígitos de caída del Producto Interno Bruto.
Lo que sí sabemos es que el próximo año hay elecciones federales, y cuando se necesite de ese pueblo bueno al que hoy no se ayuda en la emergencia, pero al que se recurre para que salga a votar por la 4T, es ahí cuando iniciará la campaña oficial del reparto de culpas.
Sin embargo, mientras esperamos esa reacción desde el poder, lo que nos toca como sociedad es insistir y endurecer la exigencia de que el gobierno federal salga de su pasmo.
La inacción de la 4T ha provocado el efecto negativo de la desunión. Se percibe un resquebrajamiento en la representación de los empresarios.
No hay duda de que el Consejo Coordinador Empresarial le tuvo, por decirlo de alguna manera suavecita, mucha paciencia a las políticas del presidente López Obrador, pero está claro que la 4T abusó de eso y se ha generado una división que amenaza con rompimiento. Nada más conveniente para los intereses políticos gubernamentales.
Ya llegará el momento en que los mexicanos que hoy alcancen a ver con claridad el tamaño de la decepción política tomen decisiones a pie de urna. Pero hoy lo que toca es salvarse de la enfermedad y hacer lo que esté a nuestro alcance para salvar la economía del país.