Un día antes de la noche de brujas quedó claro que la justicia de Estados Unidos no se va a tocar el corazón para soltar los demonios de la investigación de los vínculos de la campaña presidencial de Donald Trump con el gobierno ruso de Vladimir Putin. Los primeros arrestos no son para mostrar un … Continued
Un día antes de la noche de brujas quedó claro que la justicia de Estados Unidos no se va a tocar el corazón para soltar los demonios de la investigación de los vínculos de la campaña presidencial de Donald Trump con el gobierno ruso de Vladimir Putin.
Los primeros arrestos no son para mostrar un chivo expiatorio, después de lo visto este lunes, la investigación puede llegar hasta los propios hijos del presidente y de ahí a su destitución como tal.
No es al estilo mexicano, en donde el expediente de Odebrecht que causó detenciones, sanciones y remociones en América Latina, aquí no provoca nada. Ni siquiera un cordero expiatorio menor, nada. Pero la justicia estadounidense ha mostrado que tiene elementos suficientes para seguir escarbando hasta donde tope.
Más allá de la euforia contenida que pueda provocar esta noticia entre los demócratas, entre millones de ciudadanos de ese país, entre habitantes de todo el planeta y no pocos republicanos, la realidad es que lo que seguramente habremos de ver es una defensa republicana de su presidente… al menos por ahora.
Si en algún momento han sentido los republicanos empatía con Trump, es justamente ahora que se ha lanzado con todo para aprobar una reforma fiscal que debería dejar contentos a muchos, empezando por las grandes empresas.
Los republicanos se preparan para aprobar en el Congreso el paquete de baja en los impuestos y aunque saben que puede salir caro en términos de estabilidad financiera en el mediano y largo plazos, siempre tendrán a Trump como el señalado de la debacle.
El fiscal especial para investigar el caso, Robert Mueller, tiene su propio ritmo de trabajo y si llega rápido hasta los pies de Trump, así lo tendrá que reportar. Pero los que se pueden tomar su tiempo son los republicanos.
Primero el paquete fiscal y después lo que quieran con su presidente. Puede ser un atenuante y hasta una buena defensa tener muchos ciudadanos contentos con impuestos más bajos y ayudaría a transitar con menores costos este proceso que nunca será sencillo. Porque así se trate de Donald Trump, un juicio de impeachment es caro para todo el país.
Cualquier cuestionamiento sobre si esto es más grande que el Watergate o simplemente no pasa nada, tendrá que venir después de la discusión y aprobación de la reforma fiscal.
Los republicanos no van a echar a perder esta oportunidad.
Tanto la reforma fiscal como el proceso de impeachment de Trump serán eventos relevantes que tengan repercusiones en México. Sobre todo el tema de los impuestos, que podría obligar a una reacción tributaria mexicana que impida una mayor fuga de capitales.
Un juicio de destitución de Trump genera ruido necesariamente y la alegría o tristeza del peso frente al dólar, por ejemplo, dependerá del resultado.
Tenemos en puerta una renegociación comercial que se vería afectada de entrada en sus plazos. Eso sin contar que el vicepresidente Mike Pence es muy calladito, pero altamente proteccionista.
En fin, que si la suerte se le acabó a Trump por el caso Rusia, cualquier cosa sucederá después de que los republicanos se puedan colgar la medalla de haber bajado los impuestos.