Los argentinos optaron ayer por recuperar el beneficio de los programas clientelares que en el populismo les reportaban apoyos del gobierno
Ningún país sufre 12 años de comunismo enano sin volverse adicto al desastre: es el mensaje de la elección de ayer en Argentina. La gente votó por el regreso del populismo, porque el liberal Macri no resolvió en cuatro años la profunda crisis económica e institucional en que la sumió el populismo.
No bastó que, con Macri, las calificadoras de riesgo sacaran al país de la categoría de “mercado de frontera” y le otorgaran el mismo status en el que se encuentra México, por ejemplo, el de “mercado emergente”.
Macri había reconectado a Argentina con la realidad, al autorizar la vuelta de las mediciones de los indicadores del país, pues el populismo impuso un “apagón estadístico” con el que ocultó las cifras reales de la economía y multaba a las consultoras privadas que publicaran datos verdaderos.
Pero los argentinos optaron ayer por recuperar el beneficio de los programas clientelares que en el populismo les reportaban apoyos del gobierno: el 4.1 por ciento del PIB (150 mil millones de dólares de 2005 a 2015). Aún así, la inflación y la crisis llevaron a la pobreza a casi el 29 por ciento de la gente.
Votaron por el retorno del deterioro institucional de hace cuatro años, cuando la amplia mayoría populista en el Congreso aprobaba (sin ser debatidas) las iniciativas promovidas por el gobierno, o cuando el poder Ejecutivo se imponía al Judicial para frenar investigaciones a sus funcionarios.
Como sea, el aviso electoral de uno de los gigantes de la región ayer es contundente: para nada es el mejor momento de los liberales. El populismo controla la mayoría de los gobiernos del continente, aunque estén hundidos todos en profundas crisis institucionales y económicas.
En realidad es una tendencia mundial hacia los gobiernos populistas: 33 países lo tienen, desde el mismo Estados Unidos, Rusia, Reino Unido o Indonesia, hasta Brasil, Turquía o Hungría, pasando por Filipinas, México, Venezuela o Nicaragua.
Se trata de presidentes con marcado desprecio por la democracia, que coinciden en su tendencia a duplicar en duración a los gobiernos de corte liberal, tanto así que, está probado, más del 50 por ciento de ellos reescriben la constitución para ampliar su mandato y eliminar contrapesos legales.
Y Argentina, de manera asombrosa, retorna por su gusto a ese cepo, mediante una ecuación tan sencilla como descorazonadora:
–En 2015 se cansó de la corrupción y el endeudamiento de 12 años de populismo y eligió a Macri para que le diera rumbo.
–En 2019 se desespera con Macri porque no resolvió en cuatro el desastre de 12 años.. y vota para que vuelva el populismo.
Imposible olvidar a Leszek Kolakowski y su frase genial:
“En política, que a uno lo engañen, no es excusa”