Y, claro, contener los deseos autoritarios actuales durante los últimos 100 días
Para que realmente se pueda apagar el fuego en los mercados financieros tras los resultados electorales, en especial los legislativos del domingo pasado, hacen falta más que dos minutos de un discurso por videollamada donde se repitan las ya conocidas propuestas fiscales de la siguiente administración.
Pueden los grandes operadores de los mercados financieros sentirse tranquilos con que Rogelio Ramírez de la O acepte quedarse “por tiempo indefinido” al frente de la Secretaría de Hacienda.
Ojalá que ese anuncio vaya acompañado de la confirmación de la permanencia de Gabriel Yorio en la subsecretaría, porque cierra muy bien la pinza de un equipo que ya está familiarizado con las finanzas de este país.
Claro que no deja de ser contradictorio que el mismo equipo hacendario que generó el problema fiscal de este año, con el crecimiento descomunal de la deuda y el déficit presupuestal, sean los responsables de la corrección a partir del 2025.
Pero es viable que ellos mismos lo puedan hacer siempre y cuando las órdenes que reciban sean las correctas.
Es más, qué bueno que aparece Pemex entre sus planes de saneamiento financiero y que les digan a los mercados que les encanta la disciplina financiera, la autonomía del Banco de México, el apego al Estado de derecho y la inversión privada.
Pero, es un hecho, el punto de partida de la confianza va más allá de que permanezca un experimentado equipo en Hacienda. La confianza, que hoy se tambalea, la dará la oportunidad con la que la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum haga saber que tiene todo el deseo de ser una verdadera jefa de Estado.
El problema es que, hasta hoy, y durante los próximos 117 días, se mantiene en la silla presidencial alguien que nunca quiso ser Presidente de México y que sólo privilegió su agenda personalísima llena de rencores y dogmas.
Lo que hoy ven los mercados, y los descompone por completo, es que se rompieron los pocos contrapesos institucionales que había en un país gobernado por un autócrata.
Y lo poco que saben hasta hoy estos agentes económicos de quien va a suceder a López Obrador en el poder es lo que él mismo ha repetido, que es una figura moldeada a su imagen y semejanza.
Los contrapesos son esenciales en una democracia y si eventualmente se rompen con un rotundo éxito electoral, lo que hace falta para no destruir la confianza en un país es saber que esa gran responsabilidad del poder Legislativo absoluto recae en un demócrata.
Claudia Sheinbaum mandó un mensaje en redes sociales el lunes pasado donde daba cuenta de la permanencia de Ramírez de la O en Hacienda. En ese mismo video está también el verdadero control de daños que puede llevar a cabo su futuro gobierno.
La candidata ganadora tiene que buscar que haya confianza en aquellas palabras de buscar el diálogo, con armonía y mucha responsabilidad.
Los contrapesos están rotos, los mercados lo castigan, lo único que puede empezar a recuperar la confianza es que sea real esa voluntad institucional y democrática del siguiente gobierno.
Y, claro, contener los deseos autoritarios actuales durante los últimos 100 días.