Un negocio que deja al año 138,000 millones de pesos en utilidades, después de aumentar 28% sus ganancias, claro que se preocupa por el futuro político del país donde logra esos resultados. Alguien preguntaba en la radio por qué los banqueros en México tenían tanto interés en escuchar en su convención a los candidatos presidenciales … Continued
Un negocio que deja al año 138,000 millones de pesos en utilidades, después de aumentar 28% sus ganancias, claro que se preocupa por el futuro político del país donde logra esos resultados.
Alguien preguntaba en la radio por qué los banqueros en México tenían tanto interés en escuchar en su convención a los candidatos presidenciales si a ellos ni les va ni les viene la elección presidencial. Por fortuna, su interlocutor lo paró en seco y le explicó lo que implica la política para el negocio bancario.
La banca es probadamente rentable, pero es también sensible a esos cambios que, para otros sectores, podrían parecer mínimos.
Hay que ver simplemente el comportamiento de la actividad crediticia durante enero pasado, que sigue registrando números impresionantes pero deja ver una baja en el volumen en algunos segmentos y un aumento en la morosidad.
Nada de alarma, pero sí revelador de la sensibilidad del mercado ante los aumentos en la inflación, en las tasas de interés y en la baja en la confianza de los consumidores. Son movimientos que pueden parecer tenues para un público en general, pero determinantes para el negocio bancario.
Y un eventual cambio de modelo económico, como amenaza la actual coyuntura electoral, podría resultar devastador para el negocio financiero en México. ¡Cómo no les va a importar escuchar de viva voz los planes de los que aspiran a dirigir el poder!
Ayer, en un acto de cortesía y equidad que no han tenido otros sectores en sus convenciones y reuniones, los banqueros dieron foro a los tres aspirantes a candidatos independientes. Es digno de una democracia no descontar a nadie cuando se trata de una elección abierta.
Pero en atención a la lógica de las encuestas y las leyes de la probabilidad, el plato fuerte se sirve hoy con la comparecencia ante el sector financiero de los tres aspirantes más fuertes a ocupar la silla presidencial.
Ahí quedará para el morbo de la convención bancaria el aplausómetro, pero lo verdaderamente interesante será ver si son capaces los moderadores de estas mesas de sacarle a los candidatos información relevante sobre lo que piensan hacer con la economía y las finanzas de este país.
Ahí, el pez en el agua es José Antonio Meade. No sólo porque es concurrente, conocido y querido en las convenciones bancarias, sino porque sus propuestas son compatibles con la estabilidad que necesita un sistema financiero sólido y sano.
En el caso de Ricardo Anaya es donde más deben aprovechar los minutos disponibles, porque se trata del candidato más enigmático. Ese híbrido de representar a dos partidos tan disímbolos como el PAN y el PRD hace de este personaje una gran interrogante.
Y claro está que a Andrés Manuel López Obrador hay que ver si no esconde su conocida vena populista con uno de esos discursos que usa para dorar la píldora de sus interlocutores.
Hasta ahora ha dejado plasmado en los libros que publican con su nombre que le gusta gastar el dinero público a manos llenas, que le gustan los subsidios para hacer crecer artificialmente la economía y que busca dar créditos subvencionados a muchos agentes económicos.
Hoy los candidatos son altamente accesibles porque están en esa fase de caer bien; una vez que acceden al poder, el tono y la cercanía cambian.
Así que esta es la gran oportunidad que tienen los banqueros para evidenciar su futuro el próximo sexenio.