La 4T erosiona cada vez más nuestras libertades políticas y derechos civiles. Vamos para atrás…
LIC. ROSA ICELA RODRÍGUEZ,
SECRETARIA DE GOBERNACIÓN:
+Vamos como los cangrejos,
para atrás.
Refrán popular
¿Ya leyó el Índice Global de Libertad Política?
Le adelanto: México está clasificado como una nación parcialmente libre de acuerdo con el estudio realizado por Freedom House en su versión 2024. Desde que se iniciaron las mediciones hace varias décadas, México ha estado la mayor parte del tiempo clasificado de esta manera; el honroso y brevísimo período durante el cual se le consideró completamente democrático corre del año 2000 al 2011.
Usted me dirá que desde que empezó el siglo hay elecciones libres, pero el Índice no se reduce a lo comicial, pues está compuesto por 25 subíndices que miden los derechos políticos y las libertades civiles. En la parte positiva de México están, por ejemplo, la libertad de creencias religiosas, la libertad de cátedra, el contar con una institución electoral que funciona (¿funcionaba?) independiente del gobierno, los avances en la igualdad de las mujeres y el trato a las comunidades LGTB+. Por lo demás…
Para su consuelo, doña Rosa Icela, no somos noticia global; en el mundo hay una fuerte tendencia a la restricción de los derechos y las libertades a manos de gobernantes democráticamente electos. Una de las características comunes es “el endurecimiento del control del entorno de los medios de comunicación. (…) Los periodistas de investigación se han enfrentado a campañas de difamación e inspecciones fiscales punitivas”.
Usted me dirá que los medios en México pueden difundir lo que decidan, pero lo hacen bajo riesgo; el pasado sexenio y a través de las mañaneras, los periodistas y opinadores fueron constantemente acosados. Justo es decir que actualmente la presidenta Sheinbaum ha disminuido el hostigamiento, pero los medios críticos siguen siendo descalificados y ubicados en el cajón de los “enemigos”.
Otro factor que afecta las libertades y en la cual México califica bastante mal tiene que ver con la corrupción, porque tiene el efecto perverso de vaciar al Estado. Lamentablemente, cuando han tenido lugar escándalos de malos manejos, nada indica que “las salvaguardas podrían estar funcionando bien”, porque los castigos no llegan; así lo muestran los casos de SEGALMEX y las compras de medicamentos.
Tal como el Índice reporta, “un número cada vez mayor de líderes en las democracias han tratado de desmantelar los mecanismos anticorrupción”; la desaparición del INAI, así como los ataques constantes a las organizaciones civiles como Mexicanos contra la Corrupción son un claro ejemplo de que en nuestro país también se da tal anomalía. La opacidad en la gestión de los dinero públicos es otro de los indicadores; sellar los archivos de las megaobras no es la mejor representación de la rendición de cuentas.
Pero los ámbitos en los cuales la corrupción llega al clímax tienen que ver con los vínculos al crimen organizado, bien sea por la permisividad de la autoridad para que éste opere o peor aún cuando forma parte de la estructura delincuencial, como es el caso del huachicol.
Muy de la mano de la corrupción está la injerencia de los grupos armados que, en el caso de México, son las bandas del crimen organizado. Su dominio es particularmente lesivo para las libertades de los ciudadanos porque “erosionan el gobierno civil electo, los mecanismos anticorrupción, el debido proceso y la independencia judicial”. Tres aspectos son particularmente dañinos en lo que a nuestras libertades se refiere: primero, el dominio que ejercen estos grupos armados tienen sobre ciertas poblaciones, como es el caso de sus bases sociales en Guerrero; segundo, el reclutamiento forzado y/o engañoso de jóvenes; y tercero, el cobro de derecho de piso que fractura la libertad de trabajo.
En este punto, el Índice dedica otro párrafo a México, ubicándolo en las elecciones de 2024 y dice así: “En México, la violencia fue perpetrada por grupos criminales que intentaban ejercer influencia política y controlar territorio”, hecho que afectó nuestra libertad para elegir representantes populares.
Respecto al Estado de Derecho, el Índice le dedica un párrafo completo a México, poniendo en duda la independencia que tendrán los jueces a partir de las elecciones judiciales y, sobre todo, del nuevo Tribunal Disciplinario, cuyos “cinco miembros han sido elegidos por votación popular, y tendrán amplias facultades para investigar, destituir o acusar a los jueces, incluidos los de la Suprema Corte. Los cambios antidemocráticos en la forma en que los jueces son disciplinados profesionalmente, qué asuntos se les permite examinar y cómo son nombrados reducen la independencia judicial y debilitan el estado de Derecho”.
El espacio se me acaba para abordar otros indicadores que afectan nuestras libertades como son el creciente poder y protagonismo de las Fuerzas Armadas, el desplazamiento forzado de distintas poblaciones, el acoso a las expresiones ciudadanas en redes sociales, los ataques al pluralismo político y tantos más. Así que mejor le sugiero revisar la lista de 175 indicadores con los cuales fue construido el Índice.
Si responde con honestidad, verá que la 4T erosiona cada vez más nuestras libertades políticas y derechos civiles. Vamos para atrás…
Con la colaboración de Upa Ruiz
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