Me pregunto si de verdad la presidenta Sheinbaum está convencida de la Reforma Electoral o solo está cumpliendo con uno más de los encargos de AMLO
LIC. ERNESTINA GODOY,
CONSEJERA JURÍDICA,
PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA:
En política sucede como en las
matemáticas: todo lo que es
totalmente correcto, está mal.
Edward Moore Kennedy
Conforme se acerque el nuevo período ordinario de sesiones en el Congreso, ya imagino a la presidenta Claudia Sheinbaum en algún mitin lanzando la siguiente arenga a los ahí reunidos: “¿Están de acuerdo en que el gobierno dé tanto dinero a los partidos políticos?” La respuesta -espontánea y/o inducida- será: “¡Nooooo!” Y a continuación, concluiría: “Por eso vamos a mandar al Congreso una iniciativa para hacer una reforma electoral y que ya no les demos tanto dinero a los partidos y mejor ocuparlo en construir escuelas y hospitales.”
Con una consulta tan sobresimplificada y populista, doña Claudia argumentaría que el pueblo bueno y sabio ya decidió la conveniencia de la Reforma Electoral (RE).
Efectivamente, doña Ernestina, en 2018 los ciudadanos votaron mayoritariamente por un cambio y en 2024 lo refrendaron, pero nunca votaron por volver al pasado, porque lo que no les diría la presidenta es que dicha Reforma nos llevará a un régimen de partido único, como aquel que tanto repudian los electores.
Pero más allá de mis imaginaciones, las alarmas están sonando ante la inminencia de la RE y así se lee el pronunciamiento del Instituto de Estudios para la Transición Democrática, dado a conocer hace dos días, con la firma de tres expresidentes consejeros del INE, seis exconsejeros y 59 intelectuales y analistas de dan en todas las corrientes.
Lo primero que hacen los firmantes es señalar la ilegitimidad e ilegalidad de la actual Legislatura, “integrada por una doble maniobra que le dio a la coalición gobernante una sobrerrepresentación inconstitucional” en la Cámara de Diputados, además de haber recurrido a “la extorsión y a la amenaza” para obtener la mayoría en el Senado. No dejo de preguntarme si a MORENA le preocupan la ilegalidad y la ilegitimidad, pero me temo que no; están tan ensoberbecidos que se sienten casi con “el derecho divino” de hacer lo que se les da la gana.
Todas las leyes y las normas son perfectibles, licenciada Godoy, por ello los firmantes señalan que cualquier RE debe ser producto del acuerdo político entre todas las fuerzas, porque todas tienen algo qué decir, el derecho a decirlo y a ser tomados en cuenta. Ignorar que las cuatro últimas reformas fueron resultado del consenso, “abriría la puerta a que las reglas electorales ya no sean el fundamento de las soluciones sino parte del problema (…afectando) la estabilidad política”.
Tal vez a la 4T no le preocupe correr el riesgo de generar un clima de desasosiego, dado que la doctora Sheinbaum goza de amplia popularidad y ganó las elecciones por un amplio margen, pero yo no estaría tan seguro. Hay un 46% de la población que no respalda a la 4T, que no está de acuerdo con la eliminación de contrapesos, con la reforma al Poder Judicial y, mucho menos, con la colonización del INE. Porque vamos que volamos a una democracia iliberal o, lo que es lo mismo, hacia un autoritarismo.
Los firmantes también defienden la prevalencia del servicio profesional de carrera, pues lo que se sabe de la propuesta de Claudia Sheinbaum es que dejaría al INE como un esqueleto con el mínimo de personal y luego hacer contrataciones eventuales cuando se acerquen las elecciones. ¿Acaso cree la 4T que organizar comicios se puede hacer reclutando gente como se hace con los funcionarios de casilla? Una ley electoral tan compleja como la mexicana estaría en manos de improvisados.
A los firmantes del pronunciamiento les preocupa la posible desaparición de los legisladores plurinominales, porque en automático se anularía la representación de las minorías y habría un sobrerrepresentación de la mayoría. De aprobarse la RE como la quiere la presidenta, MORENA tendría algo así como el 90% de las curules y ese 45% que no comulga con la 4T tendría un espacio restante; prácticamente nada.
Pero los miembros del Instituto para la Transición Democrática no se quedan en solo señalar lo que consideran lesivo para nuestro sistema político; también hacen propuestas. En respuesta a la intención de disminuir la representación proporcional, proponen aumentarlos de 200 a 250, de tal suerte que solo haya 250 diputados de mayoría. De hecho, es más o menos como está dividido el voto popular: poco más de la mitad son morenistas y poco menos de la mitad son oposición.
Una propuesta interesante es que los senadores ya no sean elegidos por voto directo, sino que los cuatro que hay por entidad sean electos por representación proporcional; es decir, a partir del número de votos que hayan obtenido los cuatro partidos con más sufragios.
Hay un ángulo que no mencionan los firmantes pero que me parece importante.
Me pregunto si de verdad la presidenta Sheinbaum está convencida de la Reforma Electoral o solo está cumpliendo con uno más de los encargos de AMLO. En el primer caso estaríamos frente una mandataria autoritaria; en el segundo, frente a una gerente a cargo del changarro porque el jefe se fue de vacaciones largas. Ambas respuestas son malas…
Con la colaboración de Upa Ruiz
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