Como se quiera ver, México saldrá perdiendo con la Reforma al Poder Judicial, tanto en lo interno como en lo externo, tanto en lo democrático como en lo económico
LIC. MARCELO EBRARD,
PRÓXIMO SECRETARIO DE ECONOMÍA:
+El poder sin Derecho es ciego.
Norberto Bobbio
Ayer nos amanecimos con que el presidente López Obrador puso en pausa las relaciones de México con las Embajadas de Estados Unidos y Canadá, debido a las preocupaciones expresadas por Ken Salazar y Graeme Clark en relación con la Reforma al Poder Judicial (RPJ).
“No puede venir ningún gobierno extranjero a tratar asuntos que sólo corresponden a los mexicanos,” aseveró AMLO en la mañanera de ayer. “Es un principio básico de independencia, de soberanía. Es como si yo pido ir a Washington a dialogar sobre la venta de armamentos para hacer la guerra en el mundo.” Como es su costumbre, don Andrés revuelve la gimnasia con la magnesia, Marcelo. Cuando Washington ha emprendido alguna de sus múltiples guerras, México no opina sobre la compra de armamento, pero si se manifiesta en la ONU sobre el conflicto bélico.
“No, es que como hay un tratado comercial ‘nos podemos meter’. No, si el tratado no es para que nosotros cedamos nuestra soberanía,” continuó. “El tratado es comercial, (…) que nos conviene a las dos naciones, pero no es para que México se convierta en un apéndice.” Efectivamente, el T-MEC no tiene como propósito que nuestro país devenga en colonia, pero sí establece ciertas obligaciones para los tres países, concretamente a través de la cláusula democrática.
Dicha cláusula también está en el tratado firmado por México con la Unión Europea; en el caso de este último indica que “el respeto a los principios democráticos y a los derechos fundamentales […] inspira políticas internas e internacionales de las partes y constituye un elemento esencial del presente acuerdo”. En el caso del T-MEC se estableció el compromiso con la promoción de la democracia; es decir, se aceptó que ésta siempre puede mejorarse y hacia allá caminarían las tres naciones de acuerdo con el sistema político de cada una. Libre y soberanamente, los países signatarios decidieron que tal era el camino por seguir.
Lo que el inquilino de Palacio Nacional no acaba de ver es que la RPJ es vista por nuestros socios comerciales como una amenaza muy real a los principios y derechos acordados. La 4T jura y perjura que la reforma no los vulnera; qué curioso, porque son muchas las voces dentro y fuera del país que sí ven una violenta alteración al Estado de derecho, el cual es uno de los pilares de la democracia y los derechos humanos.
No me extenderé dando las razones, pues ya lo he hecho en columnas anteriores, pero sí quiero reiterar que la RPJ destruye la separación de poderes y, por ende, atenta contra nuestra democracia. O sea, vamos para atrás.
Desde luego, nadie esperaría una intervención directa EUA y Canadá, pero cabe reconocer su derecho a expresar su preocupación cuando sus connacionales tienen tanto capital invertido en México, el cual quedaría en el desamparo al no contar con certidumbre jurídica debido a un Estado de derecho maltrecho que aplicaría las leyes a modo y en favor de la 4T. Si la situación fuera a la inversa, es decir, que en EUA ocurriera una vulneración de tal calibre, México tendría derecho a expresar su inconformidad dado que también tiene intereses comerciales qué proteger del empresariado nacional.
¿Eso es perder soberanía, Marcelo? No lo creo. Si un país quiere ser total y absolutamente soberano, pues entonces que no comercie, ni dialogue, ni nada, con el resto del mundo que hace casi medio siglo camina la senda de la globalización. A cambio de esa soberanía malentendida, permanecerá en el atraso.
Como andaba muy amuinado don Andrés, dejó en claro que nada tiene que hablar con el Embajador Salazar, antes su amigocho del alma, y hasta manifestó que es preferible que EUA nos sancione, antes que perder nuestra soberanía. ¿Tendrá idea del tamaño del reto lanzando?
Corrígeme si me equivoco, Marcelo: habría dos caminos para las objeciones de EUA. Uno es acudir al arbitraje de los tribunales internacionales de comercio, a los cuales libre y soberanamente México aceptó someterse en caso de diferendos con sus socios. En dichos tribunales, paneles de expertos en la materia comercial de la que se trate y en Derecho valorarían y sentenciarían a quién correspondiera la razón; las multas al perdedor son de montos escalofriantes.
Otro camino es que EUA imponga aranceles a nuestros productos, lo cual no sería lo más ortodoxo, pero sí posible si Donald Trump llega a la Presidencia; esa película ya la vimos.
Cualquiera de los dos caminos puede afectar severamente nuestra economía, la cual, por más que asegure AMLO que está inmejorable, las cifras dicen otras cosas y mañana me extenderé sobre las cuentas alegres de la 4T.
Como se quiera ver, México saldrá perdiendo con la Reforma al Poder Judicial, tanto en lo interno como en lo externo, tanto en lo democrático como en lo económico.
Pero eso sí, será muy soberano.
Muy soberano para tirarse al abismo.
Con la colaboración de Upa Ruiz
X: @upa_ruiz
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