Nos ha traído tan ocupados el nuevo inquilino de la Casa Blanca, que no pusimos suficiente atención al anuncio de la presidenta Sheinbaum sobre el nuevo Plan Integral del Sistema Nacional de Bachillerato de la Nueva Escuela Mexicana
LIC. MARIO DELGADO,
SECRETARIO DE EDUCACIÓN:
Quien se atreve a enseñar
nunca debe dejar de aprender.
John Cotton Dana
Nos ha traído tan ocupados el nuevo inquilino de la Casa Blanca, que no pusimos suficiente atención al anuncio de la presidenta Sheinbaum sobre el nuevo Plan Integral del Sistema Nacional de Bachillerato de la Nueva Escuela Mexicana.
Del lado positivo, suena muy atractivo el incremento de 200 mil nuevo espacios para preparatoria, empezando con 40 mil este año. Para ello, la SEP a su cargo se encargará de construir nuevos planteles y aprovechar los de las secundarias matutinas implantando prepas en el turno vespertino. Con esta medida se contribuirá a cumplir uno de los principios del Sistema Educativo Nacional referido a la inclusión.
Otro aspecto favorable es la unificación de los 31 sistemas estatales, así como la homogeneización de los distintos tipos de bachillerato en solo dos: el Nacional General y el General Tecnológico. No soy fan de la centralización, pero creo que en este caso es conveniente pues permitirá la estandarización de los planes de estudios.
No obstante, quedan muchas dudas sobre el eventual éxito de Plan Integral del Bachillerato si no se atienden de manera simultánea otros retos. Permítame algunos datos duros, don Mario: de 100 niños que ingresan a primaria, 99 la completan; ahí vamos bien en términos cuantitativos, porque la calidad es otra historia a la que me referiré más adelante. De los egresados de enseñanza básica, los inscritos a secundaria se reducen a 85 y casi la misma cantidad se matricula en preparatoria.
En el nivel prepa es donde viene la pérdida mayor, pues solo 52 la concluyen y peor se pone el asunto, porque solo 39 ingresan a la universidad. En síntesis, de la primaria a los estudios superiores perdimos a 61 menores. Los estados rezagados son los de siempre -Chiapas, Guerrero, Oaxaca-, pero también hay entidades cuya población en edad de educarse, de pronto se desploma al pasar de un nivel a otro. Tal es el caso de Durango, donde de los 57 jóvenes que concluyen la prepa, apenas 31 entra a estudios superiores; lo mismo ocurre en Guanajuato.
Para evitar las interrupciones en la trayectoria educativa veo que la 4T-2 va a dar 40 mil millones de pesos en becas “Benito Juárez” a los adolescentes, a fin de que las necesidades económicas no sean un obstáculo o lo sean menos. Me pregunto si tal medida forma parte de la Estrategia Nacional para Promover Trayectorias Educativas Continuas, Completas y Excelencia (ENTE) o es simplemente uno más de los muchos programas sociales.
La ENTE fue lanzada en 2022 y relanzada en 2024; se ve muy bien en su presentación, porque identifica la correlación que hay entre los componentes negativos del bajo nivel de aprendizaje y la interrupción de los estudios; es decir, no se circunscribe al factor económico. Pero todo indica que identificó las correlaciones, pero no hizo nada por solucionarlas.
“43 de cada 100 adolescentes que sufren mayor vulnerabilidad económica se encuentran en el nivel 0 de PISA”; cero, señor secretario, cero redondito. “Es decir, no logran aplicar sus aprendizajes para resolver problemas de la vida real que les exigen el uso de las matemáticas. 38% se ubica en el nivel 1; apenas identifica información y desarrolla procedimientos rutinarios cuando recibe instrucciones directas” (Tec de Monterrey y México Evalúa, 2024).
Los estudiantes de niveles socioeconómicos más favorecidos alcanzan mejores calificaciones, lo que nos lleva a concluir que algo está funcionando muy mal con respecto a los maestros, los planes de estudio y el entorno. Y todo ello hace que la educación pública falle en uno de sus objetivos centrales: disminuir las desigualdades.
Lo malo del asunto es que han desaparecido las evaluaciones nacionales, como ENLACE y PLANEA; recordemos las dificultades para aplicar la prueba PISA, la cual ya no se supo si efectivamente se llevó a cabo o no. Y lo que no se mide, no se puede mejorar, decía el matemático Thomson Kelvin.
En los hechos, la citada Estrategia parece no haber considerado que otros factores para la interrupción de la trayectoria educativa son “la baja pertinencia de las alternativas educativas, el bajo nivel de aprendizajes y la falta de autoconfianza de las y los estudiantes en que pueden finalizar exitosamente sus estudios”.
Y encima, el Plan Integral del de Bachillerato va a suspender el examen de admisión para este nivel educativo. Mire, señor secretario, si quieren admitan a todos los alumnos, pero hagan el examen para que ustedes puedan constatar cuáles son las lagunas de aprendizaje y así subsanarlas. Lo anterior pasa por revisar la efectividad y la eficiencia de los planes de la Nueva Escuela Mexicana, que me temo son dudosas, así como la escasísima inversión en la actualización docente.
En fin, don Mario, no todo es repartir becas y abrir aulas.
Con la colaboración de Upa Ruiz
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