Con óptica “reaccionaria”, ciertamente, agrupaciones religiosas y de padres condenan la educación sexual, pero vienen haciéndolo desde la época satanizada como “neoliberal”
Los nuevos libros de texto gratuito son objetables, pero no tanto por la carga ideológico-sectaria de sus contenidos como por sus colosales errores (no erratas) y, sobre todo, sus deficiencias pedagógicas.
Andrés Manuel López Obrador dijo ayer:
“Es mucho el conservadurismo de algunas personas. Mucho, mucho, mucho las obnubila. Ven comunistas por todos lados, así como los ovnis…”.
Con óptica “reaccionaria”, ciertamente, agrupaciones religiosas y de padres condenan la educación sexual, pero vienen haciéndolo desde la época satanizada como “neoliberal”.
Y en lo ideológico también, pero no desde el “conservadurismo”, sino que con visión liberal, libertaria y didáctica, se critica lo faccioso de contenidos basados en omisiones injustificadas y mentiras expresas, por ejemplo:
–Que extienda carta de legitimidad a la mentira contumaz de que en las elecciones de 2006 se cometió el sobado “fraude” que nadie ha podido demostrar.
–Que la desaparición de Los 43 de Ayotzinapa se defina “crimen de Estado”, pese a que las investigaciones continúan abiertas y no hay un solo agente del gobierno sentenciado por ello ni se mencione a la narcobanda homicida Guerreros Unidos.
–Que se consigne la tragedia del colegio Rébsamen donde, por el derrumbe que provocó el temblor del 19 de septiembre de 2017, murieron 26 personas (19 menores y nueve docentes) y se diga que hubo “desvío de recursos destinados a atender a damnificados hacia campañas políticas y otras innumerables irregularidades”, sin que haya ex funcionarios en la cárcel.
–Que, en alto contraste, no aparece el desplome del tramo en la Línea 12 del Metro, donde los muertos fueron 27 y más de 100 los heridos, o que al suceder esos hechos era delegada en Tlalpan y, después, jefa de Gobierno, la hoy precandidata presidencial Claudia Sheinbaum.
Dice López Obrador que los detractores de los libros no los han leído, pero que, si en ellos se enseña “el credo de la 4T, está rebién”, porque lo que pregona es “no mentir, no robar, no traicionar”.
Sin embargo y al respecto, el Presidente mintió al hablar de los sucesos de 1968:
“¿Por qué ocultar la realidad? Ni que viviéramos en ese entonces, cuando el régimen autoritario tenía el control de todos los medios de información. Se va a cumplir el 2 de octubre un aniversario más de la matanza, de la represión en Tlatelolco, y en ese entonces no salió en los periódicos, no apareció la represión en los periódicos…”.
Falso por completo: hasta en los diarios más abyectos del oficialismo —inclusive en los deportivos Ovaciones, Esto y La Afición— el traumático y sangriento suceso fue la nota principal en las primeras planas y se publicaron memorables crónicas que se pueden consultar en las hemerotecas. La profusión informativa de esa tarde y de todo el movimiento estudiantil es verificable en los dos imprescindibles tomos de Ramón Ramírez (Editorial Era) publicados en 1969, mismo año, por cierto, del ingreso de López Obrador al PRI en Tabasco, donde quizá nada del 68 publicaron los periódicos.