Con el asombro que facilita la ignorancia, leo en The Atlantic la pieza de Graeme Wood sobre lo que pretende el Estado Islámico, autor de los atentados de París. (http://theatln.tc/1JyAWn6). El Estado Islámico quiere volver al siglo VII, cumpliendo a la letra los preceptos de Mahoma y sus primeros seguidores. Se propone establecer el califato … Continued
Con el asombro que facilita la ignorancia, leo en The Atlantic la pieza de Graeme Wood sobre lo que pretende el Estado Islámico, autor de los atentados de París. (http://theatln.tc/1JyAWn6).
El Estado Islámico quiere volver al siglo VII, cumpliendo a la letra los preceptos de Mahoma y sus primeros seguidores. Se propone establecer el califato en sus términos fundacionales, y expandirlo hasta cumplir la profecía apocalíptica de la victoria final del islam sobre Roma y los cruzados.
El territorio del Estado Islámico, constituido en califato, es mayor que el de Reino Unido.
El califato gobierna —cobra impuestos y expide leyes— sobre 8 millones de personas. Siguen todos ellos los preceptos literales del primer islam, entre los cuales está el rechazo a la paz, la expansión continua del califato por la violencia, el exterminio de los apóstatas (hoy, unos 200 millones de musulmanes chiítas) y un mando tan minucioso sobre la vida privada que incluye cómo curarse los dientes.
Los castigos por violar los preceptos de la Sharia original (la ley del Islam), incluyen la decapitación, la crucifixión, la lapidación y la mutilación.
Las huestes del Estado Islámico, surgidas en 2008 como una guerrilla feroz, prosperaron en el vacío dejado por la retirada militar americana de Irak.
Hoy tienen dominio militar sobre territorios contiguos que van del centro de Irak al interior de Siria. Tienen “provincias” declaradas en Argelia, Nigeria, Libia, Egipto, Afganistán y Paquistán.
El 5 de julio de 2014, luego de la captura de Mosul, el líder del Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi, declaró fundado el califato.
A diferencia de Al Qaeda, que procede mediante células autónomas que atacan en distintas partes del mundo, la noción de territorio y de expansión territorial, es consustancial al califato.
Por eso el Estado Islámico fue visto hasta ahora como un horror local que podía mantenerse dentro de sus límites territoriales.
Los atentados del viernes en París, los del día anterior en Beirut, y el del avión ruso volado en Egipto, parecen decir que el Estado Islámico dio un salto en su mirada.
Quiere aterrorizar ahora a los infieles, a “Roma” y a los nuevos “Cruzados” de occidente, en su propio suelo.