Es más, la apuesta es que el Índice Nacional de Precios al Consumidor se haya incrementado, al cierre de la primera quincena de junio, a 4.6 por ciento
Pocos creen que el dato inflacionario que dará a conocer mañana el Inegi podría marcar una baja respecto a 4.4% anual registrado hasta el cierre de mayo pasado.
Es más, la apuesta es que el Índice Nacional de Precios al Consumidor se haya incrementado, al cierre de la primera quincena de junio, a 4.6 por ciento.
Así, la inflación está cada vez está más lejos de la meta del Banco de México, acumula incrementos sostenidos desde febrero pasado y hace prácticamente imposible que termine este 2025 dentro del rango de 3 por ciento.
Con todo, no parece haber un camino diferente a que este jueves la Junta de Gobierno del Banco de México anuncie, prácticamente de manera inevitable, una nueva baja de 50 puntos base en su tasa de interés de referencia.
Y no es una bolita de cristal, es simplemente que el Banxico ha optado por una guía futura de sus decisiones monetarias y ya anticipó ese nuevo recorte sin importar el nivel inflacionario, sino el diferencial entre el índice de precios y la tasa de interés.
Una encuesta de Reuters de hace unos días da 20% de probabilidades a que finalmente la Junta de Gobierno tome una decisión diferente a la anticipada y opte por incrementar la tasa sólo en 25 puntos base o bien hacer una pausa en su decisión del jueves.
Pero a pesar de que la ley del Banco de México mandata a cuidar la estabilidad de precios, no indica un mandato dual que cuide también el crecimiento, nada parece hacerlos cambiar de opinión.
Podría aparecer alguna guía sobre sus futuras decisiones, podría haber algún voto disidente, pero estamos en la antesala de una tasa interbancaria de 8% con una inflación general cercana a 5 por ciento.
Y, entonces, ya llega el momento de las explicaciones más puntuales por parte del banco central.
Hoy mismo el Inegi publica los datos del Indicador Global de la Actividad Económica de abril y nadie espera algo diferente a la confirmación de una notable desaceleración económica, pero a nadie escapa el hecho de que esa no debe ser preocupación del Banco de México.
Lo que ha ocurrido con la inflación en la mayor parte de este 2025, cuando apenas unas cuantas quincenas al principio del año la medición general estuvo por debajo de 4%, hace quedar mal a la autoridad monetaria si no tiene la capacidad de explicar con claridad por qué parecer tan laxos con esas presiones.
La inflación es el impuesto más lesivo para la población, en especial para los deciles más bajos. No debe quedar la impresión de que la preocupación de la gobernadora y una mayoría de subgobernadores es que no haya una caída económica, porque la presidenta Sheinbaum no quiere una recesión.
Olvidémonos de las épocas de oro del Banco de México, su influencia y comunicación asertiva, concentrémonos en la autonomía e intransigencia que debe tener un banco central con una única meta de controlar los precios.
Puede ser que la política monetaria como la aplican hoy sea compatible, o al menos no estorbe para ese fin, pero definitivamente la comunicación deficiente y hasta su papel como organismo autónomo en estos tiempos de tentación autoritaria, es lo que llama la atención.