Hoy estamos ante una emergencia sanitaria que alcanza a todo el país, junto con el resto del planeta, y una vez más el gobierno federal se ve rebasado, paralizado e incapaz de responder
Cuando la Ciudad de México fue azotada por el terremoto de 1985 y el gobierno federal no fue capaz de responder al tamaño de la emergencia, la ciudadanía se organizó para salir de esos tiempos difíciles.
Hoy estamos ante una emergencia sanitaria que alcanza a todo el país, junto con el resto del planeta, y una vez más el gobierno federal se ve rebasado, paralizado e incapaz de responder.
Hoy no estamos levantando escombros. Hoy el taquero prepara los de pastor para regalarlos a quien no tenga que comer, las costureras fabrican cubrebocas que después reparten afuera de hospitales, un mariachi lleva serenata a los médicos de un hospital.
En fin, ahí está esa fuerza de los mexicanos presente, porque su gobierno no está.
Pero es de tal tamaño el reto que enfrenta la humanidad que hace falta mucho más que el altruismo desorganizado de la sociedad civil. Hace falta que las estructuras de gobierno se pongan a la altura del reto y asuman un liderazgo que ellos pidieron en sus campañas electorales.
No hay, siquiera, la capacidad de ordenar los mensajes en materia sanitaria. Los expertos en salud decretan la fase 3 de la pandemia y en la misma conferencia anuncian una fecha arbitraria e ilógica de regreso a clases.
Y en la parte económica, ni hablar. El presidente usa toda la atención que se le debe prestar a un mandatario en medio de la crisis, en su conferencia mañanera, para atacar a los medios de comunicación y de paso anunciar que su gran plan económico es hacer lo mismo.
Dejar sin aguinaldo y con una reducción de sueldo a un grupo de burócratas ya previamente castigados en sus ingresos es el gran plan. Esto y seguir con sus mismos planes de gasto inútiles y faraónicos como su “central avionera” en la base militar de Santa Lucía, su refinería en Tabasco y el tren que pasa también por Tabasco.
Los mercados ya no se llaman a la decepción, porque ya descontaron que no hay manera de contar con el gobierno de la 4T para evitar que este país se hunda en la peor recesión de su historia: por Covid-19, la crisis económica mundial y la inacción del gobierno federal.
Pero ante la falta de gobierno, la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico) sacó la cara por la economía mexicana.
El quantitative easing a la mexicana que presentó el Banxico, de la mano de una baja de 50 puntos base a la tasa referencial, permiten que el sistema financiero y muchas empresas tengan ese aceite de liquidez necesario para que la economía cuente con esos recursos de supervivencia.
A esta medida le vamos a entender el resto de los ciudadanos cuando el sistema bancario ponga a disposición de sus clientes recursos crediticios a tasas bajas y en condiciones preferentes.
Esta medida, desde la autonomía del banco central, es un verdadero programa de rescate en medio de la emergencia. Uno de miles de millones de pesos, que impulsa la autoridad monetaria ante la ausencia de planes fiscales de un gobierno que no está.