La reunión de primavera de esta semana del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial promete ser más intensa y hacer de estos organismos internacionales más que analistas, protagonistas de las amenazas globales. Como siempre, llegarán sus previsiones de crecimiento económico y, de hecho, indican un afortunado dinamismo no esperado hasta hace poco en … Continued
La reunión de primavera de esta semana del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial promete ser más intensa y hacer de estos organismos internacionales más que analistas, protagonistas de las amenazas globales.
Como siempre, llegarán sus previsiones de crecimiento económico y, de hecho, indican un afortunado dinamismo no esperado hasta hace poco en muchas regiones del mundo, incluida América Latina y, específicamente, México que podría empezar a mejorar sus expectativas de crecimiento para este año.
Evidentemente que la situación europea tras la salida del Reino Unido de la unidad y la evaluación de la región serán básicos, en especial para el FMI que es un protagonista en episodios tan complicados como el rescate financiero de Grecia.
El comportamiento de los mercados financieros y las políticas monetarias globales serán sin duda también asunto de atención en la reunión de Washington.
Pero en el centro de las preocupaciones, en especial del FMI, estarán las políticas populistas y proteccionistas de Donald Trump.
Si bien ha moderado o postergado sus acciones en contra de los flujos comerciales, de cualquier forma la incertidumbre de lo que puede hacer el gobierno de Washington ha frenado inversiones que estaban previstas.
Para calentar el ambiente, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, pone sobre la mesa los peligros de alterar la libertad de los mercados. Y si bien nunca menciona a Trump o a su gobierno, pinta de cuerpo entero esos temores que recorren el mundo.
Pero más allá de cumplir con el papel que tiene de analizar y advertir esta clase de peligros, ahora el propio FMI está en la mira del propio gobierno de la Casa Blanca.
En su larga lista de propuestas controvertidas para formar gobierno, Donald Trump designó a Adam Lerrick como subsecretario del Tesoro para finanzas internacionales, justo la oficina que debe lidiar con organismos como el FMI.
Lerrick es ampliamente conocido por su oposición abierta y belicosa contra los organismos internacionales como el que hoy encabeza Lagarde. A esa fama ganada desde la academia, ahora le puede seguir una posición de gobierno donde pueda aplicar su ideología.
En el mismo discurso que usó Trump sobre organismos como la OTAN, este candidato a subsecretario cree que el FMI abusa del dinero de los contribuyentes estadounidenses.
Su crítica es que con dinero de ellos rescatan a países indisciplinados en sus finanzas. Evidentemente que es un claro opositor a los rescates financieros recientes en Europa.
Así que al FMI le dedica Trump la nominación de un férreo opositor a su labor y al Banco Mundial simplemente anuncia un recorte de 650 millones de dólares durante el tiempo de su administración.
Así que este encuentro de primavera de esos dos grandes organismos globales se lleva a cabo no sólo con la amenaza global al libre comercio, sino con la advertencia específica de que al presidente de Estados Unidos no le gusta la actuación de estas instancias y que tiene el poder de afectarlos donde más les puede doler: en sus finanzas.