El despliegue del ejército electoral de Sheinbaum es materia de un análisis más pausado. Ahora mismo, la jefa buscará consolidar su dominio del aparato partidista
La derrota de Morena en los comicios del 2021, paradójicamente, fue el catalizador del lanzamiento del proyecto de Claudia Sheinbaum para las presidenciales del 2024. Al paso de un año de aquel destape en el Auditorio Nacional, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México ha decidido reforzar a su equipo y redoblar el paso.
El respaldo de un equipo conjuntado en Palacio Nacional supuso la consagración de una candidatura asegurada, aunque Ricardo Monreal y —sobre todo— Marcelo Ebrard deslucieron tales premoniciones.
¿La magnitud de los problemas en la mega urbe? ¿Una legislación taxativa que frenó el plan para llevarla a recorrer el país? ¿La carencia de logros contundentes? ¿O simplemente falta de capacidad? Sheinbaum ha intentado robustecer su imagen como presidenciable. Ese proceso ha tenido una evolución lenta. Tanto, que cada nueva encuesta fortalece la preocupación de un sector cada vez más amplio de la cúpula morenista. “No levantan. Son malísimos para comunicar”.
Un error de cálculo —atribuido a las dirigencias del PAN y del PRD— impidió que la coalición opositora ganara 12 de las 16 alcaldías capitalinas. La derrota definitiva de un aparato electoral cuya eficiencia está impugnada, podría ocurrir dentro de dos años.
“Claudia necesita entender que el trabajo en campo, más que del respaldo presidencial, la llevará a la candidatura”, comenta una integrante de su equipo. “La lealtad no da votos y urge mejorar la operación política”.
La alianza con los bejaranistas resultó insuficiente para mantener la hegemonía en la CDMX, igual que el despliegue de una maquinaria electoral que ha mostrado sus limitaciones en los dos últimos ciclos electorales.
La movilización para la consulta sobre la Revocación de Mandato, hace tres meses, sirvió para confirmar el piso de votación del lopezobradorismo. El resultado de los comicios de hace cuatro semanas, por el contrario, encendió señales de alerta.
Salvo en Durango —encargada a Ignacio Mier—, el resto de las elecciones para gobernador de este año tuvieron delegados cercanos a la jefa y dejaron al descubierto a parte de sus alianzas políticas, como ocurrió en Quintana Roo, donde enviaron al expanista Luis Fernando Salazar, quien buscará la candidatura en Coahuila para el 2023.
Las ideas que Sheinbaum y su grupo cercano –que incluye a las secretarias Ariadna Montiel y Rosa Icela Rodríguez y Luisa María Alcalde, así como a la directora del Servicio Postal, Rocío Bárcena Molina, y la titular de Lotenal, Margarita González Sarabia— generan para el equipo de comunicación y el aparato de operación política definieron una estrategia política que ahora respalda media docena de mandatarios, entre ellos: Layda Sansores, de Campeche; Indira Vizcaíno, de Colima, y Cuitláhuac García, de Veracruz.
El despliegue del ejército electoral de Sheinbaum es materia de un análisis más pausado. Ahora mismo, la jefa buscará consolidar su dominio del aparato partidista. Bertha Elena Luján entregará la presidencia del Consejo Nacional, después casi siete años en esa posición. Y deberán elegirse los nuevos integrantes de las comisiones de elecciones y encuestas. Esas tres posiciones son estratégicas en la conducción del proceso interno para definir la candidatura del 2024.
La presentación del libro más reciente de AMLO justificó la activación de los operadores estatales y distritales. Y ahora vienen las asambleas para celebrar el cuarto aniversario del triunfo de AMLO.
Efectos secundarios
DESLINDES. Cierto es que actualmente ni Casa de Bolsa Bursamétrica ni Grupo Escorfin afrontan actualmente problemas con las autoridades hacendarias, pero el pleito con Ernesto O’Farril es de pronóstico reservado. El reconocido analista ha emprendido una campaña de desprestigio contra la entidad que él mismo fundó ligándola con Corafi, con la que Grupo Escorfin dejó de tener vínculo e incluso actualmente tiene demandado. O’Farrill, quien fue depuesto por el consejo de administración y ahora enfrenta una serie de demandas por falta de pago de créditos personales.
PESADILLA. Hace un año, San Martín Texmelucan reeligió a Norma Layón como alcaldesa. Una ratificación de mandato cuestionada por la movilización electoral que procuró la morenista y ahora señalada por los malos resultados en materia de seguridad y las sospechas por los malos manejos.