Los diagramas de flujo y las frecuencias, para decidir el número de boletas a imprimir, los centros de votación a instalar y hasta el número posible de contendientes en cada uno de los distritos
El war room de Mario Delgado está pletórico de publicistas, encuestadores y expertos en estadísticas. El presidente nacional de Morena aplica a conciencia su formación itamita en la toma de decisiones en el partido del pueblo bueno.
Con sus estrategas y abogados externos, el exsenador capitalino diseñó el cuestionado método de las encuestas que mandataron desde Palacio Nacional. Y en el cumplimiento de las instrucciones superiores, planeó la elección de delegados en los 300 distritos; el primer paso en la renovación total de los consejos y los comités directivos en las 32 entidades de la República, así como el Consejo y el Congreso Nacional.
Los diagramas de flujo y las frecuencias, para decidir el número de boletas a imprimir, los centros de votación a instalar y hasta el número posible de contendientes en cada uno de los distritos. Tales conceptos debían adaptarse a las dinámicas del partido-movimiento… y también a las condiciones sanitarias imperantes.
Una “modalidad extraordinaria” que en si en papel rayaba en lo sibilino, en la “realidad posible” era impracticable. ¿La movilización, a costa de la unidad partidista? Las asambleas no requerían un quorum mínimo y al ser electivas, su membresía crecía sin más límite que las papeletas entregadas por el CEN.
La “participación pasiva” en carne y hueso. La convocatoria estableció un límite de hasta 400 aspirantes —la mitad, hombres y la mitad, mujeres— en cada distrito, donde debían elegirse cinco hombres y cinco mujeres.
Toda esa parafernalia enfrentó al control político de los gobernadores morenistas —los nuevos dueños del partido—, quienes recurrieron a las viejas mañas para vencer a los modelos de líneas y reventar las votaciones en sitios estratégicos.
El registro de los aspirantes quedó a cargo de una Comisión Nacional de Elecciones susceptible de ser impugnada ante el Tribunal Electoral. Esa instancia también definió la ubicación de los centros de votación y los funcionarios de casilla (presidente, secretario y hasta 10 escrutadores, dependiendo las boletas disponibles). Las plazas y parques públicos eran lugares demasiado accesibles, por eso en casi un tercio de las cabeceras distritales también se habilitaron centros deportivos, planteles educativos y auditorios municipales.
La doble jornada para seleccionar a los delegados-consejeros-directivos concitaría también nuevas afiliaciones al partido, luego de cuatro años de boicoteos internos. Aunque los magistrados electorales impusieron requisitos para la admisión de los nuevos militantes, los mayores problemas derivaron de los controles para acceder a los centros de votación que en los casos más visibles incluyeron vallas metálicas y filtros de seguridad para proteger a las urnas y los funcionarios de casilla.
La configuración de un padrón “certero y confiable” ha quedado en vilo. En parte, por el frustrado intento de permitir una participación amplia a los militantes y simpatizantes en las votaciones del pasado fin de semana, pero sobre todo por el cúmulo de irregularidades.
Las brigadas cazamapaches de John Ackermann y el retiro anticipado de Ricardo Monreal –en “solidaridad con los excluídos”, definió el exgobernador de Zacatecas—atrajeron la atención mediática al proceso interno de Morena. Las evidencias del acarreo y la compra del voto son múltiples, pero una docena de episodios violentos han dado sustento a las versiones sobre la falta de institucionalidad y a la prevalencia de inequidades en el partido oficialista.
¿Los errores logísticos y la innegable movilización —con el consiguiente gasto— de decenas de miles de simpatizantes son atribuibles a los enemigos de Morena? En las definiciones rumbo al 2024, Morena ha apostado por privilegiar la “eficacia electoral” —útil para ganar 14 gubernaturas en los últimos dos años—en vez de promover la democracia interna.
“El objetivo del partido no es exclusivamente electoral sino regenerar la vida pública del país”, subraya la convocatoria al III Congreso Nacional. “Ningún interés personal puede estar por encima del proyector de transformación. Tenemos que conformar un partido unido, organizado y fuerte para que independientemente quien sea el candidato o candidata (presidencial), logremos el triunfo del proceso histórico que encabeza nuestro presidente de la República”.
Efectos secundarios
¿SOBREVALUADOS? Un interés peculiar llevó al PVEM en el Estado de México a trazar su ruta hacia la candidatura del Estado de México. El arranque ocurrió hace 10 días en Ciudad Nezahualcóyotl. ¿Acaso un guiño a los grupos perredistas y morenistas que han sido excluidos por las tribus dominantes? ¿O para el senador Juan Zepeda, quien quiere competir contra Delfina Gómez, pero considera que Movimiento Ciudadano carece de un aparato de cobertura estatal? El líder del verde, José Couttolenc aspira a convertirse en el fiel de la balanza en las elecciones del 2023 y asegura un piso del 10% de la votación estatal. El mensaje fue recibido y por lo mismo, sobrevino una retahíla de descalificaciones.