Se habían terminado las dos pistas y el 30% del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), que supliría por completo al AICM por estas fechas, y movería en los siguientes años hasta 60 millones de pasajeros.
Las decisiones aeroportuarias del gobierno han puesto a la Ciudad de México en un dilema kafkiano: entre más aeropuertos tiene, menos aeropuertos funcionan. Y entre más invierte en la materia, menos problemas resuelve, y más dispendio.
Hace cuatro años la situación era prometedora. Había un Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), con dos terminales capaces de mover 20 millones de pasajeros. Había un aeropuerto alterno, Toluca, capaz de mover otros 8 millones de pasajeros.
Se habían terminado las dos pistas y el 30% del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), que supliría por completo al AICM por estas fechas, y movería en los siguientes años hasta 60 millones de pasajeros.
El presidente López Obrador canceló la construcción del NAIM. Decidió construir en cambio el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, AIFA, el cual, dijeron, junto con Toluca y con el AICM, resolvería el problema sin el dispendio ni la corrupción del NAIM.
La pandemia desapareció la saturación de vuelos que ya era el problema grave de las dos terminales del AICM. Toluca dejó de mover pasajeros y hubo tiempo para terminar el AIFA.
Pero al reiniciarse la presión de los vuelos sobre la Ciudad de México, se vio que Toluca había dejado de funcionar, que el AIFA no levantaba pasajeros y que el AICM estaba en condiciones operativas precarias, degradado como aeropuerto internacional.
El Presidente fue informado hace poco de que el AICM no sólo estaba en crisis sino que una de sus pistas necesita mantenimiento a fondo y su Terminal 2 puede colapsarse, por lo cual debe ser reconstruida o apuntalada con una inversión multimillonaria. De modo que hoy no tenemos NAIM, no opera Toluca, el AIFA no tiene pasajeros y el AICM tiene una terminal que puede caerse y una pista que funciona a medias.
El costo de lo construido y lo destruido en aeropuertos de la ciudad es de 16 mil millones de dólares, según Luis Rubio.
Agréguense a esto los costos del nuevo aeropuerto que la ciudad deberá construir si no quiere quedarse en la danza aeroportuaria que la ronda. Todos los aeropuertos y ninguno. Y en sólo cuatro años.