Desde el cristal de la 4T y sus admiradores no se ven riesgos que son muy evidentes para el resto. El actual gobierno ha tomado decisiones equivocadas
En cada una de las exposiciones de motivos de los analistas, bancos, corredurías u organismos internacionales que bajan sus pronósticos del comportamiento del Producto Interno Bruto de México, dejan ver como uno de los argumentos principales los factores internos.
Desde el cristal de la 4T y sus admiradores no se ven riesgos que son muy evidentes para el resto. El actual gobierno ha tomado decisiones equivocadas que han llevado a la economía a un proceso de desaceleración, a una posible recesión y a un peligroso estancamiento.
Es mala noticia que no haya una reconsideración de muchas de las determinaciones del gobierno actual para tratar de recomponer la desconfianza que pesa tanto en la drástica contracción del crecimiento económico.
Pero hay un factor que puede llegar a agravar las cosas y contra el que no hay defensa posible: lo que pase en el resto del mundo, específicamente en Estados Unidos.
Hasta hoy, la economía estadounidense se ha mantenido con un elevado nivel de crecimiento, con cifras muy cercanas al pleno empleo y acompañada por sus mercados bursátiles en máximos históricos.
Pero ya hay algunas señales económicas y financieras que apuntan a que la suerte de ese crecimiento puede empezar a cambiar en no mucho tiempo.
La Reserva Federal está por iniciar la próxima semana lo que promete ser una temporada de baja en las tasas de interés. Pero si esta actitud dovish del banco central no es lo que esperan los mercados, puede provocar correcciones a la baja en los máximos históricos bursátiles y con ello un impacto psicológico importante.
Y con el poco margen fiscal que tiene la administración de Donald Trump, podría no haber salvavidas suficientes por la vía de los incentivos tributarios para mantener caliente la economía, al menos hasta que pasen las elecciones presidenciales del próximo año.
Y ese es un peligro adicional para los ciclos económicos. México se encontraría con ese ambiente recesivo global con una economía estancada. Y Estados Unidos tiene un presidente capaz de hacer lo que sea para que una condición de recesión no le meta el pie a sus planes de reelección.
Y a pesar de que los ciclos económicos son inevitables, y hasta deseables, tanto México como Estados Unidos tienen gobiernos impulsivos que, de hecho, mucho tienen que ver con la condición actual de sus economías.
En México, lo dicho. Y en Estados Unidos, la guerra comercial que tiene en marcha el republicano, principalmente con China, ha provocado una desaceleración del sector industrial de su país hasta niveles ya recesivos.
Una recesión en Estados Unidos sorprendería a la economía mexicana en condiciones de estancamiento, por lo que las consecuencias serían más lamentables en la economía de carne y hueso, en el bolsillo de los ciudadanos.
Y en el terreno financiero, cuando llegan las épocas de las vacas flacas y los mercados se vuelven más quisquillosos, hay una tendencia natural a evitar los riesgos. Y México, con las políticas públicas actuales, se ha puesto más del lado de los destinos de inversión en los que hay que tener precauciones.
Si los planes de inversión en México están congelados por la forma de llevar las cosas por parte de la 4T, sólo hay que imaginar lo que pueda ocurrir con los planes empresariales si Estados Unidos está en recesión.