Hay pesimismo respecto de la economía; tiendas de autoservicio y departamentales, con ventas históricas. La bipolaridad de los consumidores mexicanos pasa por la confesión de un pesimismo en su economía y la de su país, al tiempo que salen corriendo a las tiendas departamentales y de autoservicio a dejarles las mejores ventas de su historia. … Continued
Hay pesimismo respecto de la economía; tiendas de autoservicio y departamentales, con ventas históricas.
La bipolaridad de los consumidores mexicanos pasa por la confesión de un pesimismo en su economía y la de su país, al tiempo que salen corriendo a las tiendas departamentales y de autoservicio a dejarles las mejores ventas de su historia.
La confianza del consumidor, que miden a través de encuestas el Inegi y el Banco de México, mostró el mes pasado su mayor caída en siete meses. Los interrogados se sienten más pesimistas sobre la situación actual y futura de su economía personal y la del país, y creen que hoy tienen menos posibilidades de comprar bienes duraderos.
Pero al mismo tiempo, los datos de la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales mostraron el mejor resultado en 10 años.
El crecimiento de 9.6%, de febrero de este año contra febrero del 2015 en ventas comparables, tampoco fue una sorpresa para el mercado, que esperaba un crecimiento en esos niveles.
La industria automotriz reportó que durante el segundo mes del año las ventas de vehículos nuevos en México crecieron 13.6 por ciento.
Y el Instituto Mexicano del Seguro Social reportó la creación de 142,291 puestos de trabajo, lo que constituye el mayor registro de plazas nuevas para un segundo mes del año desde que se llevan estos registros.
Ahora, como nota aclaratoria para las estadísticas, febrero de este año fue bisiesto y siempre un día más para la comparación ayuda a los números. Pero como sea, los datos sobre el buen desempeño del mercado interno son contundentes.
Ahí está también el reporte inflacionario, que aunque es innegable que ya deja ver el impacto devaluatorio del peso mexicano, sigue con niveles por debajo de la meta de 3 por ciento.
Y al mismo tiempo, los salarios nominales reportan un promedio de crecimiento de 4.1%, que es un incremento por arriba de la inflación general.
Otro indicador que se contrapone con el pesimismo del Índice de Confianza del Consumidor es el comportamiento del crédito formal.
Los bancos han encontrado muy buenas oportunidades en nichos diferentes a su zona de confort de las tarjetas de crédito y los préstamos de nómina. Los créditos a las pymes han tenido un despegue que sí tiene un impacto en el desarrollo de la economía.
Los créditos hipotecarios crecen de manera sostenida y con una cartera sana. Los créditos automotrices explican en buena medida las tasas de crecimiento de las ventas de ese sector y los banqueros hacen planes para continuar con su expansión, en esta perla de los emergentes que hoy es México.
Ahora, hay que atenuar esta aparente contradicción entre los datos de consumo y la confianza, con la realidad de que sí hay factores que sí generan incertidumbre.
El primero es el tipo de cambio. Tenemos tatuado que la defensa de la paridad cambiaria es parte de nuestra mexicanidad, tanto como los precios del petróleo. Y si ambos precios se han visto afectados en los trimestres recientes, es natural la angustia colectiva.
Además, hay campañas permanentes de desprestigio a la actividad gubernamental con la también permanente idea de llegar al poder. Tanta insistencia de que las cosas están terribles acaba por generar una hipocondría económica en muchos ciudadanos.
Pues menos mal que los mexicanos estamos tan pesimistas, porque si no, ya tendríamos problemas de sobrecalentamiento económico y altas inflaciones.