
El 21 de julio de 1988 se realizó en el Hospital General de La Raza de la CDMX el primer trasplante de corazón en Latinoamérica
Hace 37 años, el 21 de julio de 1988, el primer trasplante de corazón en Latinoamérica se realizó en el Hospital General de La Raza, en la Ciudad de México, gracias a un equipo de especialistas liderado por el cardiólogo Rubén Argüero Sánchez, quien relató a EFE las circunstancias de esa jornada histórica.
Una intervención pionera que no contaba con autorización y que “fue ilegal“, pero que “había que hacerla”, explicó el profesor emérito de la Facultad de Medicina por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Rubén Argüero, de 90 años.
Ese jueves de 1988, tras operar a la hermana de un amigo, el cardiólogo conversó con un neurocirujano que le comentó que realizaría una complicada intervención, en la que era posible que la paciente no la superara.
Por ello, Argüero le pidió que, si la paciente fallecía por alguna razón, le avisara, lo cual sucedió dos horas después. “Ahí está el donador”, pensó el facultativo, que aunque no contaba con la autorización plena del hospital, sí contaba con el apoyo del personal de administración.
En ese momento, se inició la búsqueda del candidato para el trasplante de corazón y el elegido fue José Fernando Tafolla Chávez.
El hombre estaba leyendo el periódico y, tras comunicarle que era el elegido, el doctor le preguntó si “nos la jugamos”, a lo que Tafolla respondió: “Doctor, que quede claro, el único que se la juega aquí soy yo”.

En el quirófano número nueve del Hospital de La Raza se realizó la extracción del corazón de la donante y, en la sala contigua, el quirófano diez, tras más de cinco horas de operación, se evidenció “un silencio increíble en una sala que estaba llena”.
El nuevo corazón no latía.
Después de “los 18 minutos más largos de mi vida”, relató Argüero, en los que el corazón ya implantado no funcionaba, se le ocurrió la estimulación mecánica.
“Porque cuando en cirugía cardíaca el corazón no arranca, haciendo todo muy bien y lavándose y calentándolo, a veces con un golpecito se contrae, y dicho y hecho, le di un pinzazo suave y arrancó el primer latido y luego otro y volvió, entonces le di otros tres y se siguió de frente y dije ‘ya ganamos’. Así fue el inicio”, comentó el especialista.
Despedirse del corazón
A las 23:03 de la noche, el corazón comenzó a latir y nueve días después Tafolla Chávez salía del hospital, pese a que no quería abandonar a su corazón extraído.
Gracias a la ayuda de un psiquiatra, que formaba parte del equipo, descubrieron que el paciente trasplantado no se quería ir “porque no se había despedido de su corazón”.
Por ello, después de verlo a través de un tarro y llorar, “se despidió de su corazón” y al día siguiente dijo: “A la hora que usted quiera me doy el alta, doctor”.
El trasplante de corazón fue el punto de partida para que México iniciara de manera masiva los trasplantes de otros órganos.
“Fue el arranque, hace 500 años que se sacaba el corazón y se lo ofrecían a los dioses, ahora se saca un corazón para darle una segunda oportunidad a alguien”, subrayó el cardiólogo.
Ahora, 37 años después, Argüero explicó que “no pensamos en ninguna ley” y que, aunque el resultado hubiera sido otro, lo habría vuelto a hacer pese a la advertencia del entonces secretario de Salud, el doctor Jesús Kumate, quien días antes de la intervención le hizo un avisó contundente.
“Si sale mal, el paciente estará tres metros bajo tierra. Y el doctor Argüero, probablemente, esté tres metros atrás de una reja”, fue la advertencia del secretario que, afortunadamente, no se cumplió.
Con información de EFE