En temas de salud, cualquier día, por ordinario que sea, todos somos susceptibles de convertirnos en pacientes
Por Maximiliano Téllez-Girón (@DrTellezGiron)
No es noticia que el Gobierno federal no designe el presupuesto de salud necesario para la población. Como hemos comentado, la OMS sugiere administrar por lo menos el 6% del PIB al sector salud; en años pasados, México apenas llega al 2.6–3%.
Para el Paquete Económico 2026 se prevé un aumento del 5.9% respecto al 2025, pero aun así no se alcanza ni siquiera el presupuesto ejercido en 2024. Esto quiere decir que seguimos muy por debajo de lo recomendado y que, aunque “sube”, no corrige el déficit estructural del sistema.
Ahora vamos a lo esencial: los porcentajes importan o no dependiendo del momento en el que llegamos a ser pacientes y del tipo de atención que necesitaremos. Quienes pueden atenderse de manera privada rara vez padecerán estos recortes, pero para la mayoría de la población mexicana que se atiende bajo los esquemas de salud pública o tripartita (IMSS), sí es un tema que se pone sobre la mesa. No solo es tener menor probabilidad de resolver su malestar de manera satisfactoria: es que haya menos insumos, más horas de espera para recibir atención y pacientes ocupando una cama, silla o banca, no porque clínicamente la requieran, sino porque es físicamente imposible trasladarlos al piso donde está la especialidad que necesitan, o porque ya no hay espacio para estudios de laboratorio o imagen.
Para los médicos que laboramos en el sector público, esto representa un reto serio. Si de por sí nos encontrábamos en un sistema de salud limitado, no se prevé una mejora real. Lo que sí va en aumento es la derechohabiencia médica, mientras México todavía no cuenta con la infraestructura ni la logística necesarias para unificar a un solo sistema de salud, como se pretende.
Las estadísticas solo toman relevancia cuando se padecen. En temas de salud, cualquier día, por ordinario que sea, todos somos susceptibles de convertirnos en pacientes. Debemos exigir a las autoridades un incremento sustancial en el presupuesto en materia de salud. El dinero debe administrarse de manera inteligente, no solo destinarse a programas sociales mientras después las personas terminan gastando más de su bolsillo para comprar un medicamento.
No se dejen engañar: el “aumento” del presupuesto federal para el sector salud sí es superior al de 2025, pero ni siquiera llega al nivel de 2024. ¿A dónde vamos a parar? Cerramos con una pifia: “estábamos mejor cuando estábamos peor”.