
Los comentaristas ya están hablando de la previsible victoria de Carney como de “un regalo envenenado”, pues ese Gobierno que se antoja en minoría no parece el más adecuado para negociar con el presidente estadounidense, Donald Trump
El Partido Liberal de Mark Carney ganó las elecciones legislativas celebradas el lunes en Canadá, aunque tras horas de escrutinio es cada vez más evidente que tendrán que gobernar en minoría.
Poco después de la medianoche, más de tres horas después de que cerrasen los colegios en las provincias de Ontario y Quebec -donde se decide siempre el resultado por la acumulación de población y de escaños-, se contabilizaron algo más de 11 millones de votos.
A esa hora, las proyecciones daban al Partido Liberal 163 escaños -la mayoría absoluta está en 172-, frente a 149 de los conservadores, y estas cifras no se movieron durante una hora. Aunque la ventaja fue durante toda la noche para los liberales, era más clara al principio de la noche, pero el Partido Conservador fue poco a poco recortando esa diferencia.
Esto se debe en parte a que sobre todo en Ontario hay muchas circunscripciones donde la diferencia entre el primer y el segundo candidato es muy pequeña, de solo unas decenas de votos, y en el sistema canadiense solo gana el candidato más votado, así sea por una ventaja de un voto.

Aguanta relativamente el Bloque Quebequés, a los que las proyecciones dan 23 escaños, 10 menos que los que tenía en el anterior parlamento, pero se salva apenas de la debacle que algunos sondeos le anticipaban.
Mucho peor le ha ido al Nuevo Partido Democrático (NPD, socialdemócrata), que de los 25 escaños que tenía puede pasar a solo siete, habiendo perdido sobre todo sus feudos en Vancouver, donde era más fuerte.
Su líder, Jagmeet Singh reconoció en un emotivo discurso que dimitirá tras ocho años al frente de la formación al haber perdido su escaño, toda vez que en su circunscripción está en tercer lugar, por debajo de los candidatos conservador y el liberal.
“Dimitiré como líder del partido tan pronto como un líder provisional sea nombrado”, declaró Singh.
Como Singh, el socialdemócrata fue en la historia de Canadá el primer líder de uno de los grandes partido del país integrante de una minoría étnica.
Las veladas electorales que los partidos habían programado en distintos lugares de Ottawa iban languideciendo conforme pasaban las horas, ante la lentitud del escrutinio.
Con unos resultados así, ningún partido tiene verdaderos motivos para festejar: los liberales, porque no lograrán la victoria que los sondeos le prometían casi sin excepción; los conservadores, porque no pudieron evitar la cuarta victoria consecutiva de los liberales; y los partidos minoritarios, porque en ambos casos pierden apoyos.
Los liberales, de confirmarse las extrapolaciones, mejorarán ligeramente el resultado de las últimas elecciones (164 escaños), mientras que los conservadores subirían mucho de sus previos 119 escaños, sin por ello llegar a acariciar el poder y romper un largo ciclo de gobiernos liberales.
Los comentaristas ya están hablando de la previsible victoria de Carney como de “un regalo envenenado”, pues ese Gobierno que se antoja en minoría no parece el más adecuado para negociar con el presidente estadounidense, Donald Trump, en un momento en que este último ataca a Canadá casi a diario, ya sea con los aranceles o con su alusión a que debe desaparecer como país.
Con información de EFE