Aunque a Nayib Bukele, autodenominado “dictador más cool”, le cueste admitirlo, se ha convertido en un dictador vulgar y corriente
El politólogo Daniel Zovatto explica los principales argumentos, por los cuales en su opinión, el Gobierno de Nayib Bukele en El Salvador debe ser considerado como un régimen autoritario.
A continuación comparte diez de ellos:
1. La reelección de Bukele en 2024 fue abiertamente inconstitucional, autorizada por una nueva Sala de lo Constitucional totalmente cooptada por el poder ejecutivo.
2. Bukele ha desmantelado la división de poderes, subordinando al resto de los órganos del Estado, incluido el poder judicial, órganos de control y el Tribunal Supremo Electoral, que ha perdido toda independencia.
3. Espía, censura y persigue a periodistas críticos. Muchos de ellos se han visto obligados a exiliarse para evitar la cárcel.
4. Ha cerrado los espacios de la sociedad civil, hostigando activistas de derechos humanos, como los vinculados a Cristosal, y encarcelando a referentes como Ruth López.
5. Ha aprobado una ley inspirada en la legislación rusa de 2012 para controlar y estigmatizar a las ONG.
6. El modo en que ejerce el poder constituye una violación abierta del artículo 3 de la Carta Democrática Interamericana, al vulnerar tanto la legitimidad de origen como la legitimidad de ejercicio.
7. La reforma exprés del artículo 248, aprobada a finales de enero de 2025, abrió la puerta a la reforma constitucional exprés del 31 de julio, que legaliza la reelección indefinida, también aprobada de forma acelerada y sin debate.
8. Estas reformas constitucionales, tanto la de enero como la de julio de 2025, forman parte de una batería más amplia de cambios legales y constitucionales impulsados en 2024, cuyo objetivo es concentrar aún más poder, entre ellos la reducción del número de diputados en la Asamblea Legislativa (de 84 a 60) y modificaciones al sistema electoral para beneficiar a Bukele.
9. La reelección indefinida recién aprobada contradice abiertamente la Opinión Consultiva 28/21 de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la cual establece que la reelección indefinida representa un grave peligro para la democracia representativa, el Estado de derecho y los derechos humanos. Únicamente otros dos países de nuestra región tienen autorizada la reelección indefinida: la dictadura de los Ortega Murillo en Nicaragua y la dictadura de Maduro en Venezuela.
10. Si bien es cierto que el combate a la delincuencia ha logrado reducciones significativas en los homicidios, ello se ha hecho en muchos casos mediante violaciones flagrantes a los derechos humanos y al debido proceso: detenciones arbitrarias, desapariciones forzadas y un régimen de excepción que se mantiene de forma indefinida mediante renovaciones periódicas.
Y podría seguir sumando argumentos que demuestran con claridad el carácter autoritario del régimen de Bukele, que no se basa en una legitimidad democrática de origen ni de ejercicio, sino únicamente en la popularidad.
Pero, como he sostenido reiteradamente, la popularidad no es un cheque en blanco que habilite a un gobernante —por más popular que sea— a gobernar a su antojo, violando abiertamente las normas democráticas, el Estado de derecho y los derechos humanos… y hacerlo, además, de manera indefinida.
Aunque al autodenominado “dictador más cool” le cueste admitirlo, se ha convertido en un dictador vulgar y corriente, como tantos otros que nuestra región ha tenido —y lamentablemente sigue teniendo— a lo largo de su historia.