Uno de los mayores riesgos para la estabilidad del sistema financiero es un ataque de hackers, decía el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, en un diálogo abierto con Christine Lagarde en el patio del FMI. “Me sorprende el contraste entre la forma que este tema se aborda en el sector público y … Continued
Uno de los mayores riesgos para la estabilidad del sistema financiero es un ataque de hackers, decía el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Steven Mnuchin, en un diálogo abierto con Christine Lagarde en el patio del FMI. “Me sorprende el contraste entre la forma que este tema se aborda en el sector público y en el sector privado”, decía el funcionario, mientras contrastaba su experiencia como banquero privado y lo que encuentra en el sector público: “Las empresas privadas viven obsesionadas con la ciberseguridad; en el Gobierno, es otra situación, se percibe como si fuera algo del futuro y no algo que pueda pasar ahora mismo”, dijo Mnuchin.
El secretario del Tesoro no hizo un recuento de casos, pero muchos de los asistentes sabían a qué se refería. Ciberatacantes han vulnerado los sistemas de pago de cadenas comerciales, como Target; han entrado en los sistemas de control de grandes empresas energéticas como Rosfnet y también han abierto boquetes en los bancos centrales. En el 2016, fue el Banco de Bangladesh y el 27 de junio del 2017, el Banco Central de Ucrania las víctimas.
La industria de los servicios financieros es el objetivo más importante de los ciberataques en 26 países, de acuerdo con un estudio hecho por Deloitte. Los directivos de las empresas financieras le temen a los hackers, pero consideran que también hay un enorme riesgo en el personal interno y en los proveedores de servicios tecnológicos. Ese es el eslabón más débil, dicen los expertos en seguridad.
Las empresas financieras son objetivos ideales porque almacenan y transportan cotidianamente información sensible y valiosa relacionada con sus clientes: cuentas, datos y patrones de comportamiento.
La afectación es monetaria, pero trasciende esa dimensión: hay un daño reputacional, una disrupción de las operaciones y un riesgo sistémico. Abrir un hueco y acceder a un sistema interconectado permite hacer daño en todo el sistema. De ahí la máxima en ciberseguridad: si está conectado, protégelo.