¿Podrá el tema laboral descarrillar la renegociación? ¿Por qué el equipo negociador de México se aferra a la competitividad con bajos sueldos? Ésa es La Cuestión. El gobierno canadiense exige que el nuevo NAFTA incluya estándares laborales mucho más altos en los tres países. Es un compromiso que Justin Trudeau contrajo con su electorado: él … Continued
¿Podrá el tema laboral descarrillar la renegociación? ¿Por qué el equipo negociador de México se aferra a la competitividad con bajos sueldos? Ésa es La Cuestión.
El gobierno canadiense exige que el nuevo NAFTA incluya estándares laborales mucho más altos en los tres países. Es un compromiso que Justin Trudeau contrajo con su electorado: él llegó al poder como parte de una coalición de centro-izquierda, donde los puntos de vista de la clase trabajadora son muy relevantes. Antes de comenzar las negociaciones formales del TLCAN hizo ajustes en su gabinete y prometió que conseguiría un acuerdo que traería mejoras en las condiciones laborales en Canadá.
En ese país se otorga mucha importancia a un dato: en México hay 120 plantas de empresas canadienses de autopartes. Estas compañías producen 43,000 empleos en territorio mexicano. Si la inercia del TLCAN se mantuviera, lo más probable es que crezca el número de empleos generados por firmas canadienses en México, donde un trabajador gana entre 12 y 16% de lo que gana su “par” en Canadá.
¿Qué ha pasado en el país de la hoja de maple? Los trabajadores en la industria de autopartes son 127,000. Son los mismos que había en 1994, cuando el NAFTA entró en vigor. El problema es que el empleo alcanzó un pico en el 2008, llegó casi a 190,000 y desde entonces ha venido cayendo. En ese mismo periodo, México registró un incremento significativo, en el número de plantas y en los trabajadores.
La retórica de los funcionarios canadienses frente al acuerdo comercial no tiene nada que ver con las groserías de Donald Trump, pero no se confundan: la posición del equipo negociador de Canadá es muy dura y no cederá fácilmente. “Canadá no está bromeando con sus exigencias en lo laboral. Es un asunto donde va muy fuerte”, dice Christopher Monette, director de Relaciones Públicas del sindicato de los Teamsters en Canadá.
En este contexto de endurecimiento de la posición canadiense, ha tomado cierto protagonismo Jerry Dias, un líder sindical que tiene gran influencia con Justin Trudeau y el equipo negociador. Dias estuvo en México hace tres semanas, durante la segunda ronda negociadora. Esta semana, en Ottawa, ha insistido en un mensaje que es crítico frente al TLCAN pero puede resultar muy atractivo para los trabajadores mexicanos: “Los obreros de México deberán ganar lo suficiente como para poder comprar los automóviles que están haciendo”.
La delegación mexicana no ha emitido una respuesta formal en la ronda canadiense, pero en otros momentos ha dejado claro que no está de acuerdo con cargar al TLC con compromisos “no comerciales” que le puedan quitar eficacia para cumplir su función principal: avanzar en la integración económica de la zona norteamericana.
La posición de Estados Unidos está mucho más cerca de la canadiense que de la mexicana. La urgencia de elevar los estándares laborales en México es uno de los pocos puntos de plena coincidencia entre Demócratas y Republicanos. En este asunto, una y otra vez se oye la voz del congresista Sandy Levin. Él dice que el Partido Demócrata no aprobará un NAFTA que no incluya cambios dramáticos en la situación laboral de México.
¿Podrá el tema laboral descarrillar la renegociación del TLCAN? Ésa es una de las cuestiones. ¿Por qué el equipo negociador de México se aferra a la competitividad con bajos sueldos? Ésa es La Cuestión.
