Hay algo de injusticia en lo que ahora tiene que enfrentar la autoridad fiscal con el deterioro de los ingresos por petróleo. Claro que hay también una carga importante de facturas propias de la actual administración federal. Pero todo lo que se dejó de hacer en materia de inversiones y recomposición de fuentes de ingreso … Continued
Hay algo de injusticia en lo que ahora tiene que enfrentar la autoridad fiscal con el deterioro de los ingresos por petróleo. Claro que hay también una carga importante de facturas propias de la actual administración federal.
Pero todo lo que se dejó de hacer en materia de inversiones y recomposición de fuentes de ingreso fiscales hoy ha hecho crisis en un país que vivió, y muy bien, durante muchos años del uso irresponsable de los recursos petroleros.
Es como en el deporte: la falta de competidores de alto rendimiento tiene que ver con la nula promoción de la actividad física de los niños durante las dos décadas anteriores.
Pero en el caso de los ingresos petroleros, muchos gobiernos de todos los colores desatendieron la advertencia de no sobrecargar a Petróleos Mexicanos con un traspaso excesivo de recursos para completar el gasto público.
Priistas y panistas, desde el gobierno federal, no fueron capaces de impulsar el cambio estructural que querían para hacer del petróleo un negocio sustentable. Priistas y panistas no pudieron cambiar el esquema fiscal para que la principal fuente de financiamiento del gasto fueran los propios ciudadanos.
Y la llamada izquierda, perredistas o lopezobradoristas, se dedicó por sistema a minar la posibilidad de estos cambios. Y con el dedo puesto en el gatillo de la movilización social lo logró por muchos años.
El gobierno actual no podrá corregir más de lo que ya ha logrado. Marcadamente la reforma energética. Con la amenaza de los grupos radicales puesta sobre la reforma educativa como pretexto para sus planes de hacer caer al gobierno de Peña Nieto, no hay margen político realmente para alguna corrección fiscal.
Sin embargo, tiene un problema que resolver. Ahí entra la factura para este gobierno de su propia actuación. Por alguna razón creyeron que el viejo modelo de aumentar el déficit y la deuda del país serviría para crecer. A pesar de las advertencias, emprendieron esa ruta que no funcionó, pero sí generó una presión que se nota más en estos tiempos de presiones financieras internacionales.
Lo bueno dentro de lo malo es que hoy tienen claro que deben recomponer el camino y prometen reforzar la medicina correctiva el próximo año.
Por eso, el paquete económico que deben presentar al Congreso el 8 de septiembre cobra una importancia sustancial.
No contendrá un solo aumento de impuestos, eso podría venir por iniciativa opositora, tendrá estimaciones propias de una economía que busca reencontrar los equilibrios, no impresionar con un crecimiento artificial.
En el entendido que el gobierno federal tiene posibilidades de negociar mayorías fácilmente, lo que presente Hacienda será al final algo muy cercano a lo que prevalezca tras el tránsito legislativo de la iniciativa de Ley de Ingresos de la Federación y el proyecto de Presupuesto de Egresos del 2017.
Por lo pronto prometen ser conservadores, prudentes, correctivos. Y si eso se tiene que notar en el papel de lo estimado y propuesto por el gobierno federal. Hay que apuntar en la agenda de los eventos financieros relevantes la presentación de este documento.
