La economía de Estados Unidos enfrenta un trastorno bipolar, por el que tiene episodios eufóricos de aumento en sus índices bursátiles hasta niveles cercanos a los máximos históricos, pero al mismo tiempo vive la depresión de un sector industrial que lleva un tiempo en el terreno negativo. La industria extractiva estadounidense está deprimida, cancela inversiones, … Continued
La economía de Estados Unidos enfrenta un trastorno bipolar, por el que tiene episodios eufóricos de aumento en sus índices bursátiles hasta niveles cercanos a los máximos históricos, pero al mismo tiempo vive la depresión de un sector industrial que lleva un tiempo en el terreno negativo.
La industria extractiva estadounidense está deprimida, cancela inversiones, cierra empresas, baja pronósticos y tiene pocas esperanzas de que alguna medicina financiera la reanime.
De hecho, la producción industrial de Estados Unidos entró en terreno recesivo desde octubre del año pasado y desde entonces se ha mantenido con números negativos en su medición anual, con algún pequeño destello mensual durante enero, pero nada que cambie la tendencia para marcar una caída de 2% en la actividad industrial hasta marzo pasado.
La minería presenta una caída de 12.9%, en términos anuales, y las manufacturas apenas tienen un repunte de 0.4%, en términos anuales.
Al mismo tiempo, la creación de empleos se presenta en episodios de euforia. La creación de empleos ha rebasado en repetidas ocasiones los pronósticos y ahora conocimos que el número de solicitudes de desempleo en ese país está en un nivel tan bajo que no se veía desde 1973.
Si se mantiene esta tendencia de bajas peticiones de subsidio durante la próxima semana, podríamos esperar un dato cercano a lo espectacular en la creación de empleos durante abril.
La bipolaridad económica estadounidense afecta seriamente el análisis de la Reserva Federal de Estados Unidos, que tiene que poner en la balanza todos estos datos para tomar decisiones de política monetaria.
Si la balanza se inclina hacia los datos positivos, más se acerca la posibilidad de continuar con el proceso de normalización de las tasas de interés. Pero si, por el contrario, no hay una mejora más homogénea de la economía, subir tasas se convierte en una decisión autodestructiva.
Por lo pronto, independientemente de la dinámica creación de empleos, la inflación se mantiene por debajo de la meta de 2% anual. Aunque, eso sí, ya va en esa dirección.
La condición bipolar nos muestra que la industria está en terreno recesivo, pero el índice bursátil industrial, el Dow Jones, está en el camino hacia máximos históricos.
A los inversionistas les han gustado los resultados de las emisoras del primer trimestre, mejores a lo esperado, pero 35% más bajos que hace un año.
Existe la inquietud de saber si ese máximo histórico a la vista corresponde con la realidad o no. Si estamos ante una Bolsa que se adelanta a anunciar una recuperación económica o si bien tendrá que corregir sus excesos con una futura baja.
De acuerdo con datos de Standard and Poor’s, el sector de consumo de artículos no indispensables presenta resultados 11% mejores durante el primer trimestre del 2016, comparado con el año anterior, telecomunicaciones 5.5% más cuidados de salud, 3 por ciento.
En el otro extremo, las empresas emisoras dedicadas a los productos de consumo básico tuvieron resultados 3% más bajos que el año pasado. Pero el sector energético presenta un resultado 107% peor al del 2015; actividades industriales, 7.6% menos, y el sector financiero, 7% menos.
En fin que la exuberancia bursátil no corresponde a la deprimida realidad industrial. Salvo que estemos ante un ejercicio de clarividencia de lo que viene para Estados Unidos.