La época del crecimiento “espontáneo” llegó a su fin. Hemos llegado a un punto en el que el turismo médico deberá pasar a una fase de institucionalización. El turismo médico vive una explosión en México. Podríamos hablar de la colocación de pinzas gástricas en Monterrey; pruebas médicas en Tijuana; cirugías plásticas en el Distrito Federal; … Continued
La época del crecimiento “espontáneo” llegó a su fin. Hemos llegado a un punto en el que el turismo médico deberá pasar a una fase de institucionalización.
El turismo médico vive una explosión en México. Podríamos hablar de la colocación de pinzas gástricas en Monterrey; pruebas médicas en Tijuana; cirugías plásticas en el Distrito Federal; odontología en Tamaulipas; rehabilitación en Quintana Roo; atención geriátrica en Jalisco…
La realidad es más compleja. Hay mucho más de un servicio por entidad, con una demanda creciente de extranjeros. Los precios en México son entre 30 y 80% inferiores a los que se cobran en Estados Unidos. La calidad es competitiva.
En el territorio mexicano hay 17 clústeres de servicios médicos y miles de establecimientos. No hay estadísticas que permitan conocer con precisión el fenómeno, sólo estimaciones. Hay más de 1 millón de turistas al año y el número crece más de 10% anual. Los ingresos que genera superan los 3,000 millones de dólares anuales. Es todo un reto medir la derrama económica. Además de los gastos médicos, está el consumo de las personas que los acompañan: hoteles,restaurantes y servicios de transporte, por ejemplo.
México ya es uno de los cinco mayores receptores de turismo médico entre los países emergentes. En esta categoría el líder mundial es Tailandia, que empezó a desarrollar su industria a fines del siglo pasado, principalmente para atender a japoneses. También destaca Turquía, enfocada en el mercado europeo.
El potencial de México es enorme. Podría multiplicar el tamaño de su turismo médico, una actividad que genera empleos de calidad, relativamente bien remunerados. Podría, además, ascender en la cadena de valor, atrayendo servicios de alta gama de precios. La demanda estadounidense es creciente. Contribuyen los altos costos y las características del sistema de salud canadiense, diseñado para el servicio público.
No hay un competidor claro para México. Hay islas del Caribe que atienden a estadounidenses, pero no tienen capacidad masiva. La ventaja competitiva mexicana es enorme. Tiene cantidad, calidad y cercanía. Tijuana está pegada a San Diego y a dos horas de Los Ángeles. Cualquier ciudad de México está a menos de dos horas en avión de la frontera sur de Estados Unidos.
La época del crecimiento “espontáneo” llegó a su fin. Hemos llegado a un punto en el que el turismo médico deberá pasar a una siguiente fase, en la que será fundamental la institucionalización. La posibilidad de que Cuba se convierta en un competidor es una amenaza real, una vez que se han restablecido las relaciones entre La Habana y Washington.
El riesgo principal, sin embargo, no es externo. Está en casa: hay decenas de “clínicas” que operan en la informalidad. Hay cientos de proveedores de servicios médicos piratas. Estas anomalías son más que insumos para el folclore y las leyendas urbanas. Implican un riesgo sistémico para una actividad que es un diamante en bruto.
Lo que sigue es cuidar “los detalles” para poder pensar en grande. Regular sin asfixiar y promover sin solapar. Coordinar turismo, medicina, formación de recursos humanos y desarrollo de infraestructura.
No será fácil, pero era más complicado convertirse en un top 10 de la industria automotriz.