Es claro que la educación pública en México va para atrás, como los cangrejos, tanto en presupuesto como en calidad. Los diputados, representantes del pueblo, deberían ser los primeros en reclamar mejores resultados
LIC. ANTONIO ALTAMIRANO,
PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE HACIENDA,
CÁMARA DE DIPUTADOS:
Ahora que entrarán a la discusión y aprobación del presupuesto 2026, le ruego echar un ojo a los recursos que destinará la Cámara de Diputados a educación, porque las perspectivas son malas.
De acuerdo con un análisis difundido por México Evalúa sobre el manejo presupuestal del año que corre, el dinero no contempló a la educación como una de sus prioridades. Seguramente usted sabe, de los países miembros de la OCDE, México es de los que menos invierte en tan importante política, ocupando el lugar 28 de los 38 medidos. Y parece que vamos en reversa, don Antonio, pues mientras en 2015 el gobierno neoliberal destinó el 5.08% del PIB, el gobierno humanista de la 4T solo le asigna 4.16%.
En este 2025, el presupuesto para educación fue de un billón 114 mil millones de pesos; suena a un montón de recursos, pero no es suficiente para brindar la cantidad y la calidad de educación que el país requiere.
Empecemos porque del presupuesto global, 131 mil 926 millones de pesos son para los programas de becas y éstas son distribuidas de manera universal. Sí, señor diputado, parte del problema es que se asignan por parejo. Por ejemplo, el programa de la Beca Universal Rita Cetina tuvo un aumento de 64%, al llegar a casi 79 mil millones de pesos; sin embargo, “sólo 51% de los estudiantes del nivel de ingreso más bajo (quintil 1) reciben una beca, una cifra que no ha cambiado a pesar del incremento sustancial de recursos destinados. En contraste, el nivel más rico (quintil 5) ha visto un aumento de 33.1 puntos porcentuales, beneficiándose ahora a 35 % de los estudiantes” (Quién es quién en el presupuesto educativo 2025, México Evalúa). Como que muy equitativo no es; las becas deben ser para quien las necesita, no para ganarse los votos de los papás con recursos.
En cuanto al programa La Escuela es Nuestra, también presenta un problema de distribución. Resulta que 79% de los planteles que recibieron el apoyo lo habían obtenido más de una vez. ¿Y el otro 21% de los centros escolares? Bien, gracias. Hay un detalle adicional: los recipiendarios del subsidio -supuestamente los comités de padres y maestros- no rinden cuentas de los dineros.
Y aquí viene al caso comentar la eficiencia de los programas de becas, don Antonio. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Afectaciones de la Población Estudiantil, una tercera parte de los estudiantes del nivel medio superior dejan la escuela porque reprueban o tienen un bajo rendimiento. Otro 20% deja de tener interés. Solo 21% lo abandona la educación por razones económicas.
Por lo que hace a la educación media superior, la presidenta Sheinbaum se ha puesto como meta ampliar el número de planteles donde los adolescentes cursen la preparatoria, pues faltan 236 mil espacios. Celebro la medida, pues desde 2021 el Programa para la Expansión de la Educación Media Superior se quedó seco de dineros y este 2025 apenas le asignaron nueve mil 500 millones de pesos, con el detalle de que de ese presupuesto también tienen que salir los arreglos necesarios en los planteles existentes.
Ahora pasemos a la brecha digital. “Sólo 52 % de los planteles cuentan con una computadora con acceso a internet para fines educativos. A ello se suma la necesidad de cubrir el pago de los docentes que atenderán a los estudiantes adicionales que se busca incorporar a este nivel educativo”. Joven que no conozca los programas básico de cómputo y saber navegar en internet para obtener información sustantiva, estará perdido.
Y en lo que siempre cojeamos: la calidad de la educación. Después de que el primer piso de la 4T eliminó el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, en teoría algunas de sus funciones pasarían a la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU). Pero con la pena que esta última fue desaparecida también mediante decreto claudista del 12 de diciembre de 2024.
Ahora se supone que las funciones de evaluación recaen en la Secretaría de Educación Pública. O sea, la SEP se evaluará a sí misma, con el agravante de que al titular de la dependencia, Mario Delgado, no le gustan las pruebas internacionales estandarizadas como PISA. Cómo le van a gustar si los resultados han sido tan adversos para México, y peor que vendrán en la última aplicación; nada más le digo que 60% de los adolescentes no entienden lo que leen. Y de Matemáticas mejor ni hablemos.
En el presupuesto que corre, solo hay 195 pesos por docente para capacitación, 28% menos que el año pasado. El Programa Nacional de Inglés 26% menos de lo que se le destinaba en 2018. Ya ni volver a discutir las deficiencias que tienen los Libros de Texto Gratuito, con su fallida Nueva Escuela Mexicana.
Es claro que la educación pública en México va para atrás, como los cangrejos, tanto en presupuesto como en calidad. Los diputados, representantes del pueblo, deberían ser los primeros en reclamar mejores resultados.
+ Con la colaboración de Upa Ruiz
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