Ya que estamos en la Cuarta Transformación, a ver si el gobierno logra transformar sus protocolos de negociación para que los ciudadanos no nos veamos atorados en cualquier calle o carretera
LIC. ROSA ICELA RODRÍGUEZ,
SECRETARIA DE GOBERNACIÓN:
+ Caos: desorden, anarquía, vorágine.
Diccionario de la Real Academia
Muy complicada debió estar usted ayer con los dos conflictos azotan a la CDMX, uno de ellos extensivo al resto del país: los campesinos y los transportistas. Vayamos por partes, señora secretaria.
Todo un día duraron varados los automovilistas en en la carretera de León-Aguascalientes, debido al bloqueo organizado por los agricultores del maíz. Igual destino sufrieron quienes circulaban en autos, camiones y tráileres por las distintas vías en 24 estados de la República.
Todo esto ocurrió mientras se celebraban las mesas de negociación en el recinto de SEGOB, con la presencia del secretario de Agricultura, doctor Julio Berdegué, y representantes de las empresas industrializadoras del maíz. Por lo dicho por los agricultores, no se vio un buen manejo del conflicto, pero permítame un poco de contexto para los lectores que nos acompañan.
El precio de la tonelada del maíz se rige por la Bolsa de Chicago y, en los últimos meses, ha caído hasta cuatro mil pesos; el precio de garantía establecido el gobierno es de seis mil pesos y los agricultores piden que suba a siete mil 200; o sea, un incremento del 20%. La autoridad federal ofreció un incremento de 850 pesos, incluso pactando aportaciones de los gobiernos estatales, como el de Jalisco. Seis mil 850 pesos pueden no ser lo que los campesinos reclaman, pero ya es punto cercano. Por lo trascendido, la estrategia gubernamental era que la negociación final se llevara separadamente en cada entidad; con ello se podría fragmentar y disminuir la belicosidad de los agricultores.
Sin embargo, a la hora de ver tal ofrecimiento, los industriales bajaron su postura de compra de seis mil pesos a cinco mil, con lo cual ni con la aportación gubernamental salen las cuentas para los agricultores. Dura la manera de negociar de los empresarios; algo así como “quieres más, pues te doy menos y desde ahí negociamos”.
Los empresarios podrán ponerse todo lo duros que quieran, pero quien paga los platos rotos son el gobierno y los ciudadanos afectados -que deben ser cientos de miles- siendo que los segundos reclaman al primero. Los posicionamientos son extremos, ni duda cabe. Y, ante la dureza de los empresarios, los campesinos amenazaron no solo con continuar los bloqueos, sino también con la toma de las aduanas fronterizas donde los cruces significan millones de dólares por día.
Además del precio de garantía, otra de las quejas de los campesinos es que lo que ellos llaman una competencia desleal frente al maíz transgénico traído de EUA, cuyo costo de producción es mucho menor que el nacional; de hecho, están solicitando que los granos salgan del T-MEC. Para solventar este problema, el titular de Agricultura dio a conocer que ya se está trabajando en un Sistema Mexicano de Ordenamiento y Comercialización del Maíz; muy bien, pero eso va a tomar tiempo y muchas otras mesas de negociación porque los campesinos ya tienen armados cinco puntos básicos a reclamar.
No sé si aprovechando el caos provocado por los agricultores, los transportistas de la zona metropolitana de la CDMX vieron la oportunidad de montarse a la ola. El caso es que piden una homologación a la tarifa y subsidio a la gasolina. Para el día de hoy han anunciado una operación denominada “Asfixia”, o sea, ahogar la CDMX mediante cierres intermitentes en las principales vialidades.
Pueden o no tener razón los campesinos y los transportistas, pero lo grave es que plantean sus demandas desde una posición de fuerza, tratando de doblegar a la autoridad mediante afectaciones a terceros. Esta táctica se ha convertido en un modus operandi para cualquier causa, sea o no legítima: bloquear calles, tomar casetas, generar el caos… Tal parece que fueron entrenados por la Coordinadora Nacional de Maestros.
Lo que queda claro es que, en México, los distintos gobiernos han perdido la capacidad de anticiparse al estallamiento de los conflictos y, una vez que estos revientan, celebrar mesas de negociación en condiciones de equilibrio de fuerzas y civilidad. Con aquello de que “aquí no se reprime a nadie”, pues dejan que los grupos los pongan contra la pared y, si no ceden, pues se escala el conflicto. Tope donde tope.
Ya que estamos en la Cuarta Transformación, a ver si el gobierno logra transformar sus protocolos de negociación para que los ciudadanos no nos veamos atorados en cualquier calle o carretera.
Con la colaboración de Upa Ruiz
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