Una vez superada la fase de la oficialía de partes del Congreso, el Paquete Económico del 2026 tendrá la ventaja de mantener en pausa cualquier cambio negativo en la nota crediticia de México
La gran noticia del Paquete Económico son los nuevos aranceles a una larga lista de productos importados. Esta medida, con una evidente dedicatoria a China, va más allá de un simple incremento en la recaudación y se convierte en una declaración sobre el futuro comercial de México.
Evidentemente que lo que por ahora atrapa la atención pública son los incrementos en algunos impuestos que pegan directamente en el bolsillo de millones de consumidores.
Es curioso ese toque eufemístico que un gobierno populista le imprime a prácticamente cualquier decisión gubernamental.
Porque estamos ante un Paquete Económico nacido desde el “Humanismo Mexicano” que incluye fuertes incrementos en los “impuestos saludables”.
Con el mismo ánimo propagandístico con el que, en el 2014, el gobierno de Enrique Peña Nieto estableció el pago del Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) en las bebidas azucaradas, a cambio de bebederos en las escuelas que nunca llegaron, así ahora se dispara este impuesto más alto y con mayor alcance.
Ante este fracaso “del neoliberalismo” en las políticas de salud, deberían de analizar el impacto que tiene en las tasas de obesidad y otras enfermedades el hecho de que los llamados Programas del Bienestar no tienen controles de destino de los recursos.
En su momento, programas sociales como Progresa u Oportunidades tenían condicionalidades de salud o nutrición, pero los del Bienestar son transferencias monetarias directas sin control, orientación nutricional, ni condición.
El IEPS no ha logrado revertir los niveles de obesidad, así que el impuesto será saludable pero solo para las finanzas públicas.
En fin, el punto es que lo que sí es un cambio en el juego, una declaratoria de asumir por completo un bando y que además es una decisión afortunada, aunque pueda tener consecuencias en la inflación y las cadenas de producción, es aplicar impuestos de importación a 1,371 fracciones arancelarias a productos provenientes de países con los que México no tiene acuerdos comerciales.
Estos sí que resultan impuestos saludables para mantener una buena relación con Donald Trump.
Entre los golpes al crimen organizado que ya alcanzan niveles más altos del gobierno, con el sello casi total de la frontera norte, con un sonriente y complacido secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, y con estos aranceles no debe haber mayor obstáculo para que América del Norte conserve su integración comercial preferente.
Una vez superada la fase de la oficialía de partes del Congreso, el Paquete Económico del 2026 tendrá la ventaja de mantener en pausa cualquier cambio negativo en la nota crediticia de México, podrá aumentar los ingresos tributarios y al menos no empeorará ni la deuda ni los déficits fiscales.
Podrá ser la punta de lanza para que la renegociación del acuerdo comercial con Estados Unidos mantenga lazos preferenciales con México y eso dote de una certeza que ha estado ausente en este año.
La factura de los “impuestos saludables” y de los nuevos aranceles podría traducirse en mayores presiones inflacionarias. Ojalá que dentro del Banco de México esa mayoría que hoy se ve más preocupada por apuntalar el crecimiento no pierda de vista esos eventuales efectos.
Una vez superada la fase de la oficialía de partes del Congreso, el Paquete Económico del 2026 tendrá la ventaja de mantener en pausa cualquier cambio negativo en la nota crediticia de México.