
Para combatir el 14 % de analfabetismo en Chiapas, jóvenes indígenas tzotziles enseñan a adultos mayores para empoderarlos
Con el objetivo de combatir el analfabetismo que alcanza al 14 % de la población mayor de 15 años en Chiapas, en el sur de México, jóvenes indígenas tzotziles han asumido el compromiso de educar a adultos mayores para empoderarlos.
Ana Rebeca Pérez Sánchez, originaria de Nachi, municipio de Zinacantán, estudiante del Colegio de Bachilleres de Chiapas y parte de este grupo, reconoció que enseñar ha sido un reto.
“Hay adultos que dicen que ya no pueden, que su mente ya no les da más. Se vuelven negativos. Pero yo les digo que sí pueden, que nunca es tarde”, señaló.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Chiapas ocupa el primer lugar nacional en personas que no saben leer ni escribir.
En respuesta a esta alarmante cifra, autoridades estatales implementaron una estrategia de alfabetización, de la que forma parte Pérez Sánchez y que tiene un enfoque intercultural bilingüe, respetando las lenguas originarias y fomentando la participación comunitaria, aunque la meta es doble: alfabetizar y empoderar, aseguró.
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El programa se enfoca en combatir el analfabetismo en zonas rurales e indígenas, donde la falta de acceso a la educación básica sigue siendo una deuda histórica.
Las capacitadoras no solo enseñan a leer y escribir, sino que también rompen barreras culturales y de género, al promover el aprendizaje en contextos donde muchas mujeres nunca tuvieron oportunidad de asistir a la escuela.
Juan Pérez Hernández, balconero de Nachi, cuenta que solo cursó hasta segundo año de primaria.
“Lo que sé, lo aprendí caminando, en la vida. Leer y escribir es lo que más me cuesta, sobre todo en español, pero la maestra está enseñando bien”, dijo.

María Méndez Santiz, una tejedora de 62 años de la localidad de Bahosil, compartió que su motivación era aprender para poder “leer WhatsApp, quiero contestar uno” y como ella, cientos de mujeres adultas ahora sueñan con escribir sus nombres, leer mensajes y firmar un documento.
Monserrat Hernández, otra joven tzotzil de San Juan Chamula, dedica parte de su tiempo a capacitar a otras mujeres.
“Me gusta apoyar a las mujeres para que aprendan a leer y escribir. Muchas no tuvieron esa oportunidad. Ahora la están aprovechando”, aseguró.
Además de enseñar, las capacitadoras enfrentan el reto de motivar a personas adultas que por décadas creyeron que ya era demasiado tarde para aprender.
“Es doloroso ver cómo alguien con ganas de aprender se rinde porque no tuvo apoyo antes”, lamentó Ana Rebeca, una más del grupo alfabetizador.

Aun así, el impacto del programa comienza a notarse, en tan solo un mes, varias personas ya reconocen letras, forman palabras y hasta escriben sus nombres por primera vez.
En muchos casos, la alfabetización también ha reforzado la autoestima, la independencia y la participación ciudadana, pues para Hernández “aprender a leer no es solo educación, es libertad”.
Las jóvenes no solo incluyen herramientas pedagógicas, sino también un fuerte componente de justicia social, equidad y liderazgo comunitario, pues en muchas comunidades, jóvenes como Ana y Montserrat se han convertido en referentes para las nuevas generaciones.
El programa es impulsado por el sector educativo, sociedad civil e incluso empresas locales, que comparten un objetivo común: romper el ciclo del analfabetismo, una de las principales barreras estructurales del desarrollo en el estado.
Con información de EFE.