No es un tema que deba preocupar sólo a la presidenta Sheinbaum; quizá ella debiera incluirnos a todos, e incluidos, aún en nuestra diversidad, estemos preparados y aprendamos a vivir en la incertidumbre y sus negativas consecuencias, pero de verdad aprendamos todos
Los nuevos tiempos convocan a aprender a vivir en la incertidumbre. Una circunstancia incómoda porque se desconoce el alcance y el sentido de lo que podría acontecer. Parte de este deterioro se explica por la pérdida de la certeza jurídica, el gobierno prevaleciente sobre los derechos de las personas y los tribunales sujetos a una desbordada agresión y presión por el poder. La imparcialidad ha sido desterrada de la institucionalidad como consecuencia de la polarización.
Vivir en la incertidumbre a todos afecta. Ciudadanos, empresarios, incluso al gobierno y a quienes lo integran. La fuente más poderosa de lo incierto viene de la relación estrecha con Estados Unidos. El presidente Trump utilizó la amenaza de aranceles no sólo como un recurso para recomponer el déficit comercial de su país, sino también para influir en las decisiones soberanas de las naciones. Lo que hay que observar es la amenaza latente, no sólo el arancel; por ello, es necesario entender su dinámica, ya que el mandatario norteamericano modifica su postura de acuerdo con los objetivos a alcanzar.
México ha sido un activo clave en los resultados del gobierno de Trump. La seguridad en la frontera es una realidad, se ha disminuido el tráfico de fentanilo y también la migración irregular, esto en un contexto marcado por sus fracasos en la economía, la diplomacia y la política interna. El presidente enfrenta, además, el acoso de sus adversarios por escándalos que han deteriorado su otrora indisputado liderazgo.
Debe preocupar que la agenda con México sea utilizada como parte de los juegos de poder rumbo a las elecciones intermedias, en las que está mucho de por medio para el presidente Trump si pierde la mayoría en la Cámara de Representantes. El combate al fentanilo es una cruzada susceptible de manipularse para recuperar imagen y fortalecer su posición en el partido. En tales condiciones la incertidumbre se potencia hasta lo inimaginable.
No es un tema que deba preocupar sólo a la presidenta Sheinbaum; quizá ella debiera incluirnos a todos, e incluidos, aún en nuestra diversidad, estemos preparados y aprendamos a vivir en la incertidumbre y sus negativas consecuencias, pero de verdad aprendamos todos. Una cosa es la unidad y otra muy nefasta es la unanimidad.