Deberíamos estar ante una Junta de Gobierno enojada con los resultados inflacionarios y que mandara mensajes más alineados con ser intransigentes que tolerantes con esos datos
Los niveles de inflación en México no están para tenerle ningún tipo de consideración. No hay una baja, como se pretendió leer el más reciente reporte del Inegi, y mucho menos debe tener espacio para echar las campanas al vuelo desde la política monetaria.
No hay certezas respecto al desempeño económico de México, no hay claridad del futuro de la política comercial de Estados Unidos, tampoco es posible apostar sobre alguna intervención o no de Donald Trump en titularidad de la Reserva Federal (Fed).
Lo único que debemos tener claro con los datos de la inflación es que el índice subyacente es hoy más alto de lo que era hace un año y que son niveles de la medición de los precios que están fuera de rango, esos son los datos duros.
Hubo una especie de alivio mediático cuando el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) mostró un registro anual más bajo en junio que en mayo de este año, pero eso es un espejismo por varios factores.
De entrada, un INPC en 4.32% en junio pasado está fuera de rango, de hecho, lleva cuatro quincenas consecutivas fuera de la meta del Banxico.
La inflación general se redujo apenas 10 puntos base durante junio, en comparación con el registro de mayo, básicamente por la alta volatilidad de muchos precios medidos en la inflación subyacente, como los precios de las frutas y las verduras que son de temporada y porque siguieron los descuentos de verano en algunas tarifas eléctricas. Nada más.
Pero la inflación subyacente, la que no gana titulares, pero sí define la política monetaria, está hoy en un nivel más alto que hace un año, 4.24% anual en junio de este año, contra 4.13% en términos anuales hasta junio del 2024.
De hecho, la inflación central, nuclear, no ha dejado de presentar incrementos mensuales desde abril, después de estancar su descenso desde diciembre pasado.
En especial el subíndice de servicios lleva un ritmo de incremento en sus precios que supera las mediciones generales, mucho, quizá, por ver que hay cierta comodidad con los niveles inflacionarios actuales.
La inflación está fuera de rango y no parece encender las alarmas del Banco de México. Deberíamos estar ante una Junta de Gobierno que se mostrara enojada con los resultados inflacionarios y que mandara mensajes más alineados con ser intransigentes que tolerantes con esos datos.
Evidentemente que al poder presidencial le gustaría ver una economía que no se estancara, no pocos populistas prefieren tener más crecimiento que menos inflación, pero para eso los bancos centrales son autónomos.
Ahí está Donald Trump que quisiera de un plumazo correr a Jerome Powell de la presidencia de la Fed y decretar una baja de 300 puntos base en la tasa de interés para calentar su economía.
Claro que en México hay más prudencia, pero no por ello se puede obviar que hay cierta influencia entre las autoridades fiscales y monetarias, y más cuando en la mañanera detestan la palabra recesión que quieren evitar a toda costa.
Deberíamos estar ante una Junta de Gobierno enojada con los resultados inflacionarios y que mandara mensajes más alineados con ser intransigentes que tolerantes con esos datos.