Los casos de censura que escandalizan a México son infinitamente más fáciles de resolver, y de prevenir, que los de los periodistas asesinados
La presidenta Sheinbaum ha respondido a las preocupaciones de muchos sobre la oleada de casos recientes que atentan contra la libertad de expresión.
Al hacerlo, ha separado su análisis de los casos sugiriendo que son eso, casos aislados, atribuibles a distintas causas, no a un patrón.
Toda proporción guardada, es como si se respondiera al problema de los periodistas asesinados diciendo: “Veamos caso por caso. Cada caso es distinto. No me digan que es un patrón”.
Naturalmente, cada asesinato de periodistas es distinto y hay que investigar y resolver cada uno. Pero el problema del asesinato de periodistas, obviamente, es mayor que la suma de sus casos.
Es un agujero en la seguridad existencial de esa profesión, un patrón de crimen que no cesa, no se castiga y ha vuelto a México el país más riesgoso del mundo para los periodistas.
Lo mismo pasa con los casos de censura. Cada caso debe ser visto en sus términos, pero debe ser investigado y resuelto en favor de la libertad de expresión, no de lo que la restringe.
Y es esa defensa, políticamente activa y comprometida, la que esperamos de una presidenta como Sheinbaum, quien dice estar siempre a favor de la libertad de expresión.
Tiene mucho trabajo por hacer. Podría proponerse, por ejemplo, mejorar el oprobioso lugar 99 que México ocupó en el ranking de la libertad de expresión del año 2024.
Nadie espera tanto. Quisiéramos, creo yo, un compromiso más puntual, más tangible.
Sabemos todos que una palabra de la presidenta Sheinbaum calmaría las tentaciones censuradoras de los gobiernos de Morena y de los magistrados y jueces oficialistas de consigna.
No fue eso, por desgracia, lo que oímos en su respuesta de ayer. Más bien lo contrario.
Los casos de censura que escandalizan a México son infinitamente más fáciles de resolver, y de prevenir, que los de los periodistas asesinados.
Podrían inhibirse de tajo, antes de que se vuelvan legión. El gobierno podría vacunar a México de censuras con sólo no practicarla él, con sólo ponerse, como dice la Presidenta, siempre del lado de la libertad de expresión.
No es eso, por desgracia, lo que vimos y oímos ayer.