Trump sucumbió a la intensa presión del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, arrastrando a EE.UU. a un nuevo conflicto con Irán
Lejos de lograr el fin de la guerra en Ucrania y Medio Oriente “en 24 horas,” como reiteradamente prometió en su campaña, el presidente Donald Trump, inseguro y con dudas como es característico, sucumbió a la intensa presión del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, arrastrando a Estados Unidos a un nuevo conflicto con Irán.
En respuesta, el gobierno Islámico de la antigua Persia, lanzó este lunes 23 de junio ataques contra bases militares de Estados Unidos en Al Udeid, Qatar y en Irak, extendiendo la guerra con la amenaza de más ataques, si Israel y Estados Unidos continúan su ofensiva.
Al anunciar el ataque a las instalaciones nucleares iraníes, Trump dijo que “habría paz o tragedia para Irán”, mas que la que se vio, si había respuesta como la de Qatar, advirtiendo que Estados Unidos podría ir mas a fondo en el sendero hacia la guerra.
La impulsiva acción del presidente Trump para apoyar a Israel representa una peligrosa escalada regional a la que se oponen millones de estadounidenses, conscientes de que solo aumentará los crecientes problemas económicos que Trump no ha resuelto y que se agudizarían por acciones como el cierre del Estrecho de Ormuz, paso obligado de 20 millones de barriles de petróleo al día, lo que que podría disparar el precio del barril entre 150 y 200 dólares y amenazando con inflación a Estados Unidos y otras naciones, de acuerdo a expertos.
Los gobiernos de Rusia, China y Corea del Norte, condenaron los ataques, en vísperas de una reunión en Beijing con el presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, al que ofrecieron todo el apoyo necesario en armas, municiones y equipo, prolongando el conflicto, en respuesta a la agresión unilateral de Israel, igual que el gobierno de Pakistán, que ofreció usar sus armas nucleares, si Israel o Estados Unidos las usan.
La decisión de participar en un conflicto iniciado por Israel generó duras críticas y la férrea oposición de legisladores republicanos y demócratas, que presentaron una iniciativa con artículos de impeachment o juicio político contra el presidente, recordando que la Constitución solo otorga al Congreso la facultad de declarar guerra a otro país y que en casos de urgencia, debe notificar la decisión a ese órgano legislativo en un plazo de 60 días, explicando la razón del conflicto.
No solo ellos, lideres de MAGA, desde Stephen Bannon hasta legisladores radicales republicanos, como Thomas Massie, de Kentucky, el senador Rand Paul y otros, que condenaron la acción y demandaron su juicio político contra el presidente, a lo que Trump respondió diciendo que “son una fuerza negativa que siempre vota contra iniciativas que él sugiere,” acusándolos de ser “débiles, ineficaces y obstruccionistas,” a diferencia de republicanos callados y obedientes, que le apoyan en todo sin dudar.
Trump, quien inicialmente rechazó el plan que le planteó Benjamin Netanyahu en febrero de 2025, después de que la comunidad de inteligencia de Estados Unidos dijo no haber encontrado pruebas de que Irán “estuviera a punto de fabricar una bomba nuclear,” como afirma Netanyahu, cambió ahora de opinión de la misma forma en que aplica, pospone y suspende tarifas, generando caos en mercados bursátiles, o incluye y excluye a grupos de inmigrantes, de sus deportaciones.
Con la decisión de atacar Irán, el presidente estadounidense pasó de la búsqueda de negociación diplomática, que anunció, para eliminar su programa nuclear -antes bajo control, con el Plan Conjunto de Acción Extensiva del expresidente Barack Obama, que canceló- a ordenar el desplazamiento de un escuadrón de bombarderos B-2 Spirit, de la Base de la Fuerza Aérea Whitman, para atacar a Irán a petición de Israel.
Y del rechazo al “cambio de gobierno”, a apoyar la sugerencia de Netanyahu, de “eliminar” al Ayatollah Ali Khamenei, líder supremo de Irñan, a revelar que “lo tienen bien ubicado, aunque no piensan ejecutarlo “por el momento.”
Sin embargo, todo parece indicar que los objetivos de la Operación Martillo de Medianoche o Midnight Hammer, el sábado pasado, con bombarderos B-2 que lanzaron 14 bombas GBU-57A/B MOP “Bunker Buster,” de 15 toneladas, para destruir la Planta de Enriquecimiento de Uranio de Fordow, el Centro de Tecnología Nuclear de Isfahan y las instalaciones nucleares de Natanz, no tuvieron el éxito esperado.
Tras la Operación Martillo de Medianoche, el presidente Trump aseguró “haber borrado las instalaciones nucleares de Iran” y advirtió que en la continuación de la guerra, Irán podría recibir un mayor castigo.
Luego, envió un mensaje en sus redes sociales diciendo que ahora sí “era tiempo para la paz,” invitando al gobierno de Teherán a rendirse prácticamente sin condiciones, lo que esa nación rechazó,
Irán anunció que transportó su uranio enriquecido a otra locación.
El presidente Trump se reunió de nuevo este lunes con su Gabinete de Seguridad Nacional, en la Casa Blanca, para evaluar daños y posibles acciones en respuesta, antes de llamar al gobierno de Qatar para conocer posibles daños y formas de cooperación contra las amenazas y acciones militares de Irán.
Lejos de comprender la situación, el presidente no parece haberse dado cuenta de que en lugar de los resultados que esperaba con el uso de fuerza, abrió las puertas a un conflicto más largo y prolongado, que podría tener un alto costo humano y económico para Estados Unidos, en momentos de crisis generada por la guerra comercial, eliminación de dependencias, despidos y recortes de programas de salud.
Trump enfrenta la férrea oposición a la participación de este país en una nueva guerra, iniciada por Israel, especialmente de su base política y legisladores de MAGA.
Asesores de Trump pensaron que una eventual victoria sobre Irán, enviaría un mensaje a China, Rusia, Corea del Norte y otros gobiernos, de que él usaría todo el poderío militar estadounidense cuando sea necesario.
Pero, no fue así.