Existen rutas que hacen que cada kilómetro valga la pena. No por el número de curvas ni por la altitud acumulada, sino por los paisajes que las acompañan
Existen rutas que hacen que cada kilómetro valga la pena. No por el número de curvas ni por la altitud acumulada, sino por los paisajes que las acompañan: montañas, acantilados, lagos y carreteras que se abren paso entre el mar. Para quienes disfrutan rodar en escenarios únicos, estas cinco rutas ciclistas ofrecen vistas espectaculares y la posibilidad de descubrir el mundo a un ritmo distinto.
Alpe d’Huez, Alpes franceses
Este ascenso es uno de los más icónicos del ciclismo de ruta. Con 21 curvas cerradas y una pendiente constante, los 14 kilómetros que separan Bourg d’Oisans de la cima en Alpe d’Huez representan un reto exigente en medio de un paisaje alpino imponente. Ideal para quienes buscan medir su resistencia entre montañas.
Atlantic Ocean Road, Noruega
Esta ruta escénica conecta varias islas mediante puentes curvos que atraviesan el mar del Norte, en una combinación única de ingeniería y naturaleza. El entorno cambia según la temporada, ofreciendo una experiencia visual intensa en cada recorrido. Es perfecta para quienes buscan algo diferente, con tramos costeros que parecen salidos de una postal.
Queenstown to Glenorchy Road, Nueva Zelanda
Con 45 kilómetros de longitud, esta ruta junto al lago Wakatipu ofrece un recorrido fluido entre montañas, agua cristalina y vegetación nativa. Es una de las rutas más agradables para quienes buscan pedalear rodeados de naturaleza sin interrupciones ni tráfico excesivo.
Pacific Coast Highway, California, EE. UU.
Desde San Francisco hasta Los Ángeles, esta ruta costera combina vistas al Pacífico, pueblos pintorescos y buen clima durante gran parte del año. Es un trayecto extenso que puede abordarse por tramos, ideal para sumar kilómetros con variedad de escenarios y condiciones óptimas para rodar.
Chapman’s Peak Drive, Ciudad del Cabo, Sudáfrica
Este recorrido de 9 kilómetros bordea acantilados con vistas directas al océano Atlántico. Su diseño, el mantenimiento de la vía y las curvas suaves la convierten en una opción ideal para entrenamientos cortos con alto valor escénico. Es una ruta que se disfruta tanto por el pedaleo como por el entorno.
Por Mariana Pérez Rea en colaboración con Hotbook
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