Controlar los precios desde Palacio Nacional, quedó demostrado desde el sexenio anterior con el PACIC, no ha sido buena idea. Y la promesa de que la gasolina será más barata no sólo depende de las buenas intenciones del Ejecutivo
Tras de los descalabros electorales del 2015 y el 2016, el régimen priista no podía darse el lujo de medidas impopulares en la ruta de la sucesión… pero lo hizo. Dañado por el escándalo de la Casa Blanca, pero sobre todo atrapado por la pugna por la candidatura presidencial, Enrique Peña Nieto atendió la recomendación de sus asesores económicos y autorizó la liberación del precio de las gasolinas.
Fugaz, el Mexican moment. El Pacto por México dio paso a una agenda reformista que no produjo beneficios tangibles al grueso de la población y sólo catapultó a la minoría izquierdista encabezada por Andrés Manuel López Obrador, quien ya había abrazado la defensa de la soberanía energética.
El gasolinazo de diciembre del 2017 fue el principio del fin del regreso del PRI a Los Pinos. Ni la contención de daños activada tras de los disturbios —si fueron obra de espontáneos o saboteadores, es otra discusión— pudo salvar a Peña Nieto, quien se desplomó en las encuestas. José Antonio Meade tampoco pudo recuperarse del brutal impacto de esa decisión: antes de las presidenciales del 2018, sólo uno de cada 10 mexicanos creía que la economía del país mejoraría con los priistas en la Presidencia de la República.
Salvo por periodos breves —el gasolinazo del 2017, la crisis por el huachicoleo del 2019 y por supuesto la primera oleada de la pandemia de la Covid-19— la economía ha superado a la seguridad como el principal problema del país, según las encuestas de la última década.
En vísperas de los primeros 100 días del sexenio de Claudia Sheinbaum, la inseguridad es el foco rojo de la agenda pública. Pero los estrategas de Palacio Nacional saben del daño que el aumento al precio de las gasolinas podría provocar a la imagen de la presidenta.
Pero como los peñistas, están equivocando los argumentos: culpar a las administraciones anteriores por la herencia de los estímulos fiscales a las gasolinas y no invertir en infraestructura resulta tan absolutamente ordinario, como inútil su defensa de la reforma energética de la 4T.
Imponer una narrativa no disipa los problemas. Criticar a los gasolineros de abusar en el margen de sus ganancias o exhibirlos en el programa que se emite semanalmente en el Salón Tesorería tampoco resulta particularmente efectivo, salvo por una cuestión: si la población culpa a la presidenta de este incremento y del subsecuente impacto en los precios de la canasta básica se habrá acabado la luna de miel de inicios del sexenio.
Controlar los precios desde Palacio Nacional, quedó demostrado desde el sexenio anterior con el PACIC, no ha sido buena idea. Y la promesa de que la gasolina será más barata no sólo depende de las buenas intenciones del Ejecutivo.
Efectos secundarios
CONJUNCIONES. En vísperas de la llegada de los Reyes Magos, en el Zócalo de la Ciudad de México fueron repartidas porciones de rosca y leche. Y en otros 14 puntos de la capital hubo entregas similares en una iniciativa que involucró a la administración encabezada por Clara Brugada y empresarios que hicieron donaciones en especie para los festejos. Grupo Lala aportó 10,000 productos individuales.
Minuto a minuto
